Pese a que la movilidad en la Ciudad de México se ha visto un poquito, muy poquito, disminuida, el ritmo de contagio no cede y es en gran medida porque ni con la muerte de familiares las fiestas dejaron de hacerse, las reuniones en casas de más de 10 personas se siguieron haciendo y el peregrinar en los hospitales sigue siendo el mismo.
Quizá muchas personas confían en que toda la familia es sana, que nadie está contagiado y no pasa nada, y a lo mejor tienen la suerte de que así sea, a lo mejor no, y entonces viene lo que ha sucedido en muchos hogares, el buscar al culpable de contagiar a la familia; por supuesto, en esta ronda todos pueden serlo.
En lugar de entender que la enfermedad es fácil de contagiar y que no va a atacar de la misma manera a todos los miembros de la familia, la gente busca al culpable, como si eso pudiera sacar de manera instantánea al consanguíneo del hospital, o peor aún, del horno del crematorio.
Y fue fácil ver en las redes sociales como la gente abarrotaba destinos de playa, centros comerciales y otros lugares, que aprovechando que nadie les impide abrir sus locales pese a semáforo rojo, para conseguir un regalo, para acudir a las fiestas de fin de año, no fue difícil encontrar a quien disfrutara y presumiera que para él o ella y su familia la sana distancia no existía.
Y es que es sencillo, en la población existe un egoísmo a niveles altísimos que provoca todas estas situaciones, pues hay quienes dicen que, aunque exista el virus, este no le va a venir a cambiar la vida y así es como andan por la calle sin cubrebocas y sin guardar distancia sin importar lo que pueda pasarle o a su familia.
De esos mexicanos egoístas estamos hartos, pues si bien no controlan la enfermedad, tampoco es como que sean parte de la solución, y muchos dirán que pues es su vida y ellos son los que se van a enfermar, pero de acuerdo con el modelo de las autoridades, podrían ser ocho personas contagiadas por cada confirmado, y eso en los números más conservadores.
Sin dudarlo, los decesos y los contagios no van a parar en la CDMX y menos si el egoísmo de la gente continúa, si bien hay quien debe salir para conseguir qué comer, hay quien sale solo porque está aburrido y sale a exponer al primero, al que sale por necesidad, la frase lo dice todo: “hay quien sale por necesidad y hay quien lo hace por necedad”.