/ martes 7 de septiembre de 2021

Ni ultra derecha ni ultra izquierda

La antinomia izquierda-derecha, que nació con la Revolución francesa, ha servido desde entonces para categorizar en forma reduccionista y económica a las fuerzas políticas en todo el mundo. En el origen la derecha defendía los derechos de la monarquía y el orden jerárquico y corporativizado del Antiguo Régimen, mientras que la izquierda exigía una constitución que acotara la autoridad del monarca, garantizara la igualdad ante la ley y el respeto a los derechos del hombre y del ciudadano. Después de más de dos siglos la oposición izquierda-derecha sigue siendo el eje en torno al cual se ordena la política; pero su contenido ha cambiado porque las líneas de fractura de la sociedad son otras.

Los senadores del Partido Acción Nacional recibieron el jueves pasado al presidente del partido español de ultraderecha VOX, Santiago Abascal, para firmar la ‘Carta Madrid’ con la cual se busca detener el ‘comunismo’ en Latinoamérica y España. Realizando un análisis sobre los colectivos de ultraizquierda y ultraderecha concluyo. La polarización de la política lleva a reivindicar sus espacios y su protagonismo social frente a quienes están dentro del sistema. Pero habrá que recordar que semanas atrás el partido de ultraderecha española, desató la polémica al glorificar la caída de Tenochtitlán, calificándolo como uno de los grandes hitos en la historia del país europeo.

Sin embargo, cualquier aproximación seria a la historia de nuestro presente y de nuestro pasado nos indica lo contrario: la ultraderecha mexicana es un tema de actualidad histórica merecedor de reflexiones diversas. Primero, hablemos de la irresponsable actuación de los senadores del Partido Acción Nacional, quienes solo evidencia la situación desesperada en la que viven, buscando apoyo en organizaciones afines a su ideología para continuar con sus políticas elitistas que favorecen a religiones y personajes políticos de Ultra derecha y nada hacen por nuestro querido país.

Ni ultra derecha ni ultra izquierda. Un análisis serio sobre los colectivos de ultraizquierda y ultraderecha arroja algunas conclusiones. La polarización de la política lleva a reivindicar sus espacios y su protagonismo social frente a quienes están dentro del sistema. Los grupos de extrema izquierda, mucho más numerosos y organizados por el gobierno en la red. La buena noticia es que hasta el momento no contamos con evidencia alguna de que la existencia de esta organización ultraderechista ponga en riesgo la continuidad institucional de la joven democracia mexicana, pero mala noticia es su existencia misma y como tal en tanto que expresión de la supervivencia de una pequeña mentalidad premoderna. Desde la perspectiva democrática, ciertamente es lamentable que en nuestro siglo XXI aún actúen hombres medievales, militantes y voceros de un peligroso adoctrinado y fanatismo político-religioso.

La antinomia izquierda-derecha, que nació con la Revolución francesa, ha servido desde entonces para categorizar en forma reduccionista y económica a las fuerzas políticas en todo el mundo. En el origen la derecha defendía los derechos de la monarquía y el orden jerárquico y corporativizado del Antiguo Régimen, mientras que la izquierda exigía una constitución que acotara la autoridad del monarca, garantizara la igualdad ante la ley y el respeto a los derechos del hombre y del ciudadano. Después de más de dos siglos la oposición izquierda-derecha sigue siendo el eje en torno al cual se ordena la política; pero su contenido ha cambiado porque las líneas de fractura de la sociedad son otras.

Los senadores del Partido Acción Nacional recibieron el jueves pasado al presidente del partido español de ultraderecha VOX, Santiago Abascal, para firmar la ‘Carta Madrid’ con la cual se busca detener el ‘comunismo’ en Latinoamérica y España. Realizando un análisis sobre los colectivos de ultraizquierda y ultraderecha concluyo. La polarización de la política lleva a reivindicar sus espacios y su protagonismo social frente a quienes están dentro del sistema. Pero habrá que recordar que semanas atrás el partido de ultraderecha española, desató la polémica al glorificar la caída de Tenochtitlán, calificándolo como uno de los grandes hitos en la historia del país europeo.

Sin embargo, cualquier aproximación seria a la historia de nuestro presente y de nuestro pasado nos indica lo contrario: la ultraderecha mexicana es un tema de actualidad histórica merecedor de reflexiones diversas. Primero, hablemos de la irresponsable actuación de los senadores del Partido Acción Nacional, quienes solo evidencia la situación desesperada en la que viven, buscando apoyo en organizaciones afines a su ideología para continuar con sus políticas elitistas que favorecen a religiones y personajes políticos de Ultra derecha y nada hacen por nuestro querido país.

Ni ultra derecha ni ultra izquierda. Un análisis serio sobre los colectivos de ultraizquierda y ultraderecha arroja algunas conclusiones. La polarización de la política lleva a reivindicar sus espacios y su protagonismo social frente a quienes están dentro del sistema. Los grupos de extrema izquierda, mucho más numerosos y organizados por el gobierno en la red. La buena noticia es que hasta el momento no contamos con evidencia alguna de que la existencia de esta organización ultraderechista ponga en riesgo la continuidad institucional de la joven democracia mexicana, pero mala noticia es su existencia misma y como tal en tanto que expresión de la supervivencia de una pequeña mentalidad premoderna. Desde la perspectiva democrática, ciertamente es lamentable que en nuestro siglo XXI aún actúen hombres medievales, militantes y voceros de un peligroso adoctrinado y fanatismo político-religioso.