/ sábado 12 de junio de 2021

Las despreciables clases medias

Muchos se quejaron del clasismo de los memes que pitaban a una CdMx dividida entre ricos y pobres. Pero ayer el presidente López Obrador cayó en la trampa y lanzó toda clase improperios contra las clases medias “aspiracionistas, que leen Reforma”, que votaron contra Morena en la capital.

Otra vez el error de generalizar, de no analizar la sociología del voto, de no aportar al análisis un gramo de autocrítica. Otra vez a dividir en vez de ser el Presidente de todos los mexicanos y esforzarse por convencer a las clases medias de su proyecto. No. Palo por malos mexicanos, apátridas, que quieren ser ricos, y peor todavía, que se la pasan estudiando y trabajando.

La derrota de Morena en la CdMx no es el Waterloo de AMLO, ni de lejos, pero es síntoma de un mal mayor, que se le está incubando a la 4T: el desencanto de las clases medias con su proyecto.

El mayor bastión de la izquierda mexicana en el país optó por darle la espalda: Coyoacán, Tlalpan, el epicentro de la UNAM, la colonia Condesa, los artistas, cineastas, académicos, escritores, pero también los burócratas despedidos por la austeridad republicana, las madres sin guarderías, los que no tienen medicinas para atender sus enfermedades y ven a sus hijos con cáncer morir irremediablemente, están dolidos por un gobierno que los abandonó.

En el caso de los científicos, este gobierno prefirió patrocinar la llamada “ciencia de los pobres”, con funcionarios de cuarta glorificados en el Conacyt. Quitó los recursos a creadores y defensores de derechos humanos, con tal de tener dinero para hacer un Tren Maya que despoja indígenas o empeñarse en refinerías contaminantes

Aquí en la ciudad comenzó el fenómeno de la izquierda mexicana, liberal, incluyente, moderna, primero con Cuauhtémoc Cardenas, seguido de Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, quienes supieron recoger ese legado y hacer cada uno sus aportaciones.

Pero hoy esa izquierda ya se dio cuenta que AMLO no los representa, no es moderno, no es ambientalista, no es feminista, no es pro aborto, no es pro gay, pero peor todavía, no es de izquierda, no habla del gobierno de los trabajadores. Fustiga al neoliberalismo, pero festina el capitalismo de cuates de los años 70; más aún, se alió al Ejército, que por décadas se ha confrontado por la sociedad civil organizada por un violar sistemáticamente los derechos humanos.

AMLO habla siempre de su ideal de ciudadanía, del “pueblo”, así en genérico, bueno y noble; un pueblo al que hay que darle dinero para que sobreviva (no para que mejore de fondo su situación), un pueblo al que hay que cuidar como se cuida a los animalitos y se les da de comer para que no se mueran. Eso quisiera que fuéramos todos los mexicanos: una masa inerte y subsidiable.

Que se mueran los empresarios los grandotes y los chiquitos. Explotadores todos. Y ahora, ¡fuera las clases medias!, no las quiere por tontas, por comprar el discurso de los conservadores, según él. La realidad, sin embargo, suele ser más compleja que los esquematismos facilones.

Muchas veces hemos platicado aquí de ese fenómeno de enamoramiento de las masas con el caudillo, pero estamos viendo que el desencanto vendrá de arriba para abajo en la escala educativa. De ahí el desconcierto del Presidente cuando le dijeron que los ciudadanos con estudios superiores son los que más lo critican y de ésos hay muchos en la CdMx, en Monterrey, en Guadalajara, en los centros urbanos más idustrializados y grandes, donde Morena no tuvo avances y, por lo visto ,no fue casualidad.

Muchos se quejaron del clasismo de los memes que pitaban a una CdMx dividida entre ricos y pobres. Pero ayer el presidente López Obrador cayó en la trampa y lanzó toda clase improperios contra las clases medias “aspiracionistas, que leen Reforma”, que votaron contra Morena en la capital.

Otra vez el error de generalizar, de no analizar la sociología del voto, de no aportar al análisis un gramo de autocrítica. Otra vez a dividir en vez de ser el Presidente de todos los mexicanos y esforzarse por convencer a las clases medias de su proyecto. No. Palo por malos mexicanos, apátridas, que quieren ser ricos, y peor todavía, que se la pasan estudiando y trabajando.

La derrota de Morena en la CdMx no es el Waterloo de AMLO, ni de lejos, pero es síntoma de un mal mayor, que se le está incubando a la 4T: el desencanto de las clases medias con su proyecto.

El mayor bastión de la izquierda mexicana en el país optó por darle la espalda: Coyoacán, Tlalpan, el epicentro de la UNAM, la colonia Condesa, los artistas, cineastas, académicos, escritores, pero también los burócratas despedidos por la austeridad republicana, las madres sin guarderías, los que no tienen medicinas para atender sus enfermedades y ven a sus hijos con cáncer morir irremediablemente, están dolidos por un gobierno que los abandonó.

En el caso de los científicos, este gobierno prefirió patrocinar la llamada “ciencia de los pobres”, con funcionarios de cuarta glorificados en el Conacyt. Quitó los recursos a creadores y defensores de derechos humanos, con tal de tener dinero para hacer un Tren Maya que despoja indígenas o empeñarse en refinerías contaminantes

Aquí en la ciudad comenzó el fenómeno de la izquierda mexicana, liberal, incluyente, moderna, primero con Cuauhtémoc Cardenas, seguido de Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, quienes supieron recoger ese legado y hacer cada uno sus aportaciones.

Pero hoy esa izquierda ya se dio cuenta que AMLO no los representa, no es moderno, no es ambientalista, no es feminista, no es pro aborto, no es pro gay, pero peor todavía, no es de izquierda, no habla del gobierno de los trabajadores. Fustiga al neoliberalismo, pero festina el capitalismo de cuates de los años 70; más aún, se alió al Ejército, que por décadas se ha confrontado por la sociedad civil organizada por un violar sistemáticamente los derechos humanos.

AMLO habla siempre de su ideal de ciudadanía, del “pueblo”, así en genérico, bueno y noble; un pueblo al que hay que darle dinero para que sobreviva (no para que mejore de fondo su situación), un pueblo al que hay que cuidar como se cuida a los animalitos y se les da de comer para que no se mueran. Eso quisiera que fuéramos todos los mexicanos: una masa inerte y subsidiable.

Que se mueran los empresarios los grandotes y los chiquitos. Explotadores todos. Y ahora, ¡fuera las clases medias!, no las quiere por tontas, por comprar el discurso de los conservadores, según él. La realidad, sin embargo, suele ser más compleja que los esquematismos facilones.

Muchas veces hemos platicado aquí de ese fenómeno de enamoramiento de las masas con el caudillo, pero estamos viendo que el desencanto vendrá de arriba para abajo en la escala educativa. De ahí el desconcierto del Presidente cuando le dijeron que los ciudadanos con estudios superiores son los que más lo critican y de ésos hay muchos en la CdMx, en Monterrey, en Guadalajara, en los centros urbanos más idustrializados y grandes, donde Morena no tuvo avances y, por lo visto ,no fue casualidad.