/ domingo 27 de marzo de 2022

La Neo Inquisición del Pensamiento

El término “woke” se utiliza para definir a aquellas personas que “están conscientes y activamente atentas a asuntos importantes, particularmente a la justicia social y racial”. Es un movimiento progresista de izquierda y quienes pertenecen a él se definen a sí mismos como personas “despiertas” que quieren mejorar al mundo. Aunque el término se utilizó por primera vez en Estados Unidos en los 40s, la explosión de la Cultura Woke se da con el surgimiento del movimiento Black Live Matters en 2013, justamente cuando la Generación Z, nacida después de 1995 y educada con un alto acceso a la tecnología y a las redes sociales llega a las Universidades para convertirse junto con adeptos de otras generaciones en una suerte de “paladines de la justicia por el bien del planeta”.

Dentro de los temas que abordan en su discurso están el racismo, el feminismo, los derechos de los transexuales, la justicia social y el cambio climático, y uno de sus movimientos más representativos es el conocido MeToo. Meghan Markle se convirtió en una de sus portavoces más destacadas cuando en una entrevista con Oprah Winfrey dijo haber sido víctima de racismo por parte de la Casa Real y de los medios de comunicación británicos.

¿Y quién podría estar a favor de las injusticias o la discriminación?

Pero la realidad es que el discurso de la Cultura Woke glorifica la victimización y justifica que la defensa de sus ideas les da el derecho de atacar, censurar y cancelar cualquier postura o pensamiento que según su punto de vista pueda suponer un riesgo para lo que consideran que debe de ser ese mundo “mejor”, por lo que también se le conoce como la “Cultura de la Cancelación”.

Aunque no nos demos cuenta, este movimiento inquisitorial que no permite el mas mínimo pensamiento crítico ha permeado en todas las áreas de nuestras vidas, obligando a cancelar ponentes en Universidades, bajar películas de catálogos o cambiar historias, y dejar de editar libros clásicos de la literatura por no ajustarse a su narrativa. Dentro de sus víctimas están libros como El Gran Gatsby y el ícono por excelencia del hombre blanco heterosexual “James Bond” quien fue sustituido hace unos meses por una 007 ajustada a los valores de la Cultura Woke. Personalidades que van desde Barack Obama hasta J.K. Rowling, pasando por actores como Mathew McConaughey o Anne Hathaway también han sido atacados por expresar sus opiniones. La adaptación de contenidos a la Cultura de la Cancelación ha permeado hasta en la comida, donde palabras como “placer culposo”, “adictivo” o “pecaminoso” han de ser evitadas en los certámenes culinarios.

La más reciente víctima de la Neo Inquisición del Pensamiento es la nadadora estadounidense Reka Gyorgy quien fue suspendida de Twitter tras haber expresado su inconformidad cuando la transgénero de 22 años Lia Thomas, que ha batido todos los récords femeniles de la NCCA, se llevó el oro compitiendo contra mujeres en la categoría de estilo libre en las 20 y 500 yardas en la Ivy League.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves


El término “woke” se utiliza para definir a aquellas personas que “están conscientes y activamente atentas a asuntos importantes, particularmente a la justicia social y racial”. Es un movimiento progresista de izquierda y quienes pertenecen a él se definen a sí mismos como personas “despiertas” que quieren mejorar al mundo. Aunque el término se utilizó por primera vez en Estados Unidos en los 40s, la explosión de la Cultura Woke se da con el surgimiento del movimiento Black Live Matters en 2013, justamente cuando la Generación Z, nacida después de 1995 y educada con un alto acceso a la tecnología y a las redes sociales llega a las Universidades para convertirse junto con adeptos de otras generaciones en una suerte de “paladines de la justicia por el bien del planeta”.

Dentro de los temas que abordan en su discurso están el racismo, el feminismo, los derechos de los transexuales, la justicia social y el cambio climático, y uno de sus movimientos más representativos es el conocido MeToo. Meghan Markle se convirtió en una de sus portavoces más destacadas cuando en una entrevista con Oprah Winfrey dijo haber sido víctima de racismo por parte de la Casa Real y de los medios de comunicación británicos.

¿Y quién podría estar a favor de las injusticias o la discriminación?

Pero la realidad es que el discurso de la Cultura Woke glorifica la victimización y justifica que la defensa de sus ideas les da el derecho de atacar, censurar y cancelar cualquier postura o pensamiento que según su punto de vista pueda suponer un riesgo para lo que consideran que debe de ser ese mundo “mejor”, por lo que también se le conoce como la “Cultura de la Cancelación”.

Aunque no nos demos cuenta, este movimiento inquisitorial que no permite el mas mínimo pensamiento crítico ha permeado en todas las áreas de nuestras vidas, obligando a cancelar ponentes en Universidades, bajar películas de catálogos o cambiar historias, y dejar de editar libros clásicos de la literatura por no ajustarse a su narrativa. Dentro de sus víctimas están libros como El Gran Gatsby y el ícono por excelencia del hombre blanco heterosexual “James Bond” quien fue sustituido hace unos meses por una 007 ajustada a los valores de la Cultura Woke. Personalidades que van desde Barack Obama hasta J.K. Rowling, pasando por actores como Mathew McConaughey o Anne Hathaway también han sido atacados por expresar sus opiniones. La adaptación de contenidos a la Cultura de la Cancelación ha permeado hasta en la comida, donde palabras como “placer culposo”, “adictivo” o “pecaminoso” han de ser evitadas en los certámenes culinarios.

La más reciente víctima de la Neo Inquisición del Pensamiento es la nadadora estadounidense Reka Gyorgy quien fue suspendida de Twitter tras haber expresado su inconformidad cuando la transgénero de 22 años Lia Thomas, que ha batido todos los récords femeniles de la NCCA, se llevó el oro compitiendo contra mujeres en la categoría de estilo libre en las 20 y 500 yardas en la Ivy League.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves