/ martes 18 de mayo de 2021

La generación de la pandemia

La etapa más álgida de la pandemia por Covid-19 va quedando atrás lentamente, las actividades empiezan a recobrar su ritmo y millones de niños y niñas siguen en casa a la espera de que se autorice el regreso a las escuelas.

Era la tercera semana de marzo de 2020, nadie imaginó lo que vendría después. A 14 meses del cierre de las escuelas, los niños, adolescentes y jóvenes siguen en casa, más de 8 millones desertaron; los maestros hacen esfuerzos para seguir dando clases en línea o a distancia; los planteles se encuentran prácticamente abandonados, deteriorados y algunos han sido saqueados y vandalizados.

Los niños y adolescentes han vivido una experiencia que ninguna otra generación imaginó enfrentar en sus sueños más fumados. Ellos, ahora saben lo que tenían antes de la pandemia, también han aprendido a asimilar los cambios y sobreponerse a la adversidad; pero cuando regresen las clases presenciales descubrirán también que perdieron y qué ya no será igual.

Hace unos días circuló una información en la que autoridades educativas plantean que en el regreso a clases presenciales estaría prohibido el recreo.

No sé si se trata de una ocurrencia o un absurdo más de la actual administración gubernamental, pero no es posible que se tomen a la ligera este tipo de decisiones, sin mayor consulta o un diagnóstico preciso que permita definir las mejores condiciones de un regreso a clases saludable, sin lastimar ni violentar los derechos de las niñas y los niños.

De acuerdo con lo que han dicho las autoridades sanitarias, el riesgo de contagio se incrementa en lugares cerrados con poca ventilación, entonces, ¿por qué se plantea restringir el recreo?

Las actividades recreativas y de esparcimiento al aire libre constituyen un aspecto fundamental para el desarrollo físico y emocional de los infantes. Sería tormentoso para ellos que tras el prolongado encierro en casa, ahora el confinamiento se extienda a los salones de clases.

La administración de la 4T ha demostrado en el discurso y en los hechos su falta de interés en los temas relacionados con la niñez. Ojalá que tome con seriedad el regreso a clases y no caiga –como es su costumbre- en la improvisación, con lo que afectaría a una generación completa que ya ha sufrido de muchas maneras los estragos de la pandemia.

La etapa más álgida de la pandemia por Covid-19 va quedando atrás lentamente, las actividades empiezan a recobrar su ritmo y millones de niños y niñas siguen en casa a la espera de que se autorice el regreso a las escuelas.

Era la tercera semana de marzo de 2020, nadie imaginó lo que vendría después. A 14 meses del cierre de las escuelas, los niños, adolescentes y jóvenes siguen en casa, más de 8 millones desertaron; los maestros hacen esfuerzos para seguir dando clases en línea o a distancia; los planteles se encuentran prácticamente abandonados, deteriorados y algunos han sido saqueados y vandalizados.

Los niños y adolescentes han vivido una experiencia que ninguna otra generación imaginó enfrentar en sus sueños más fumados. Ellos, ahora saben lo que tenían antes de la pandemia, también han aprendido a asimilar los cambios y sobreponerse a la adversidad; pero cuando regresen las clases presenciales descubrirán también que perdieron y qué ya no será igual.

Hace unos días circuló una información en la que autoridades educativas plantean que en el regreso a clases presenciales estaría prohibido el recreo.

No sé si se trata de una ocurrencia o un absurdo más de la actual administración gubernamental, pero no es posible que se tomen a la ligera este tipo de decisiones, sin mayor consulta o un diagnóstico preciso que permita definir las mejores condiciones de un regreso a clases saludable, sin lastimar ni violentar los derechos de las niñas y los niños.

De acuerdo con lo que han dicho las autoridades sanitarias, el riesgo de contagio se incrementa en lugares cerrados con poca ventilación, entonces, ¿por qué se plantea restringir el recreo?

Las actividades recreativas y de esparcimiento al aire libre constituyen un aspecto fundamental para el desarrollo físico y emocional de los infantes. Sería tormentoso para ellos que tras el prolongado encierro en casa, ahora el confinamiento se extienda a los salones de clases.

La administración de la 4T ha demostrado en el discurso y en los hechos su falta de interés en los temas relacionados con la niñez. Ojalá que tome con seriedad el regreso a clases y no caiga –como es su costumbre- en la improvisación, con lo que afectaría a una generación completa que ya ha sufrido de muchas maneras los estragos de la pandemia.

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