/ domingo 26 de septiembre de 2021

La Dictadura de lo Políticamente Correcto

Marinieves García-Manzano de GMI Consulting

Se entiende por políticamente correcto a todo aquello (lenguaje, políticas, medidas o cualquier otra expresión) que pueda ofender o poner en desventaja a algún grupo de la sociedad; y ha sido ampliamente utilizado por las corrientes progresistas en todo el mundo para censurar expresiones, modificar el lenguaje, y en muchos casos tratar de reescribir la historia al cambiar nombres de calles, derribar monumentos, eliminar películas o canciones de catálogos, y hasta quemar libros.

El ejemplo más contundente del pensamiento políticamente correcto es el enarbolado por la corriente de género para modificar la forma en la que hablamos y escribimos para convertirla en un “lenguaje incluyente”, que puede ir desde cambiar “los” y “las” por “les”, hasta evitar palabras de género neutro como “los jefes” para cambiarlas por otras que, desde el punto de vista de la teoría de género incluyen a las mujeres, como “la jefatura”.

También aplica para que Disney haya retirado de su catálogo a principios de año películas como Dumbo, Los Aristogatos, o Peter Pan por contener “estereotipos y contenidos racistas”; películas que jamás podremos volver a ver de manera legal con nuestros hijos o nuestros nietos si no las tenemos en un dispositivo que podamos reproducir en nuestras casas.

Pero como lo mencionamos, el pensamiento políticamente correcto puede ser esgrimido por cualquier grupo que se sienta en desventaja o al que se le quiera reivindicar desde el poder, como es el caso del cambio del nombre del Árbol de la Noche Triste por el de la Noche Victoriosa y el retiro de la estatua de Colón de Paseo de la Reforma para sustituirla por la de Tlalli.

Esto no sería preocupante sino escalara como lo ha hecho en todo el mundo, como ha sucedido en Canadá, donde desde 2019 por iniciativa de un Consejo Escolar Católico se han quemado más de 5,000 libros y cómics bajo el pretexto de “reconciliarse” con las comunidades indígenas.

A mí en lo personal no me ofende que me pregunten ¿Cómo están todos por casa?, ni me ofenden Dumbo, Peter Pan ni los Aristogatos, ni la estatua de Colón, ni la de Tlalli, ni el Árbol de la Noche Triste hoy Victoriosa, ni mucho menos Asterix o Tin Tin. Lo que me preocupa es que en nombre de una malentendida reivindicación de diversos grupos, estemos pasando de reescribir textos con lenguaje incluyente y cambiar nombres de monumentos a quemar libros; amén de que me parece totalmente incongruente que quien defiende lo políticamente correcto en algo que le conviene a su grupo, no lo defienda para todos lo demás.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves


Marinieves García-Manzano de GMI Consulting

Se entiende por políticamente correcto a todo aquello (lenguaje, políticas, medidas o cualquier otra expresión) que pueda ofender o poner en desventaja a algún grupo de la sociedad; y ha sido ampliamente utilizado por las corrientes progresistas en todo el mundo para censurar expresiones, modificar el lenguaje, y en muchos casos tratar de reescribir la historia al cambiar nombres de calles, derribar monumentos, eliminar películas o canciones de catálogos, y hasta quemar libros.

El ejemplo más contundente del pensamiento políticamente correcto es el enarbolado por la corriente de género para modificar la forma en la que hablamos y escribimos para convertirla en un “lenguaje incluyente”, que puede ir desde cambiar “los” y “las” por “les”, hasta evitar palabras de género neutro como “los jefes” para cambiarlas por otras que, desde el punto de vista de la teoría de género incluyen a las mujeres, como “la jefatura”.

También aplica para que Disney haya retirado de su catálogo a principios de año películas como Dumbo, Los Aristogatos, o Peter Pan por contener “estereotipos y contenidos racistas”; películas que jamás podremos volver a ver de manera legal con nuestros hijos o nuestros nietos si no las tenemos en un dispositivo que podamos reproducir en nuestras casas.

Pero como lo mencionamos, el pensamiento políticamente correcto puede ser esgrimido por cualquier grupo que se sienta en desventaja o al que se le quiera reivindicar desde el poder, como es el caso del cambio del nombre del Árbol de la Noche Triste por el de la Noche Victoriosa y el retiro de la estatua de Colón de Paseo de la Reforma para sustituirla por la de Tlalli.

Esto no sería preocupante sino escalara como lo ha hecho en todo el mundo, como ha sucedido en Canadá, donde desde 2019 por iniciativa de un Consejo Escolar Católico se han quemado más de 5,000 libros y cómics bajo el pretexto de “reconciliarse” con las comunidades indígenas.

A mí en lo personal no me ofende que me pregunten ¿Cómo están todos por casa?, ni me ofenden Dumbo, Peter Pan ni los Aristogatos, ni la estatua de Colón, ni la de Tlalli, ni el Árbol de la Noche Triste hoy Victoriosa, ni mucho menos Asterix o Tin Tin. Lo que me preocupa es que en nombre de una malentendida reivindicación de diversos grupos, estemos pasando de reescribir textos con lenguaje incluyente y cambiar nombres de monumentos a quemar libros; amén de que me parece totalmente incongruente que quien defiende lo políticamente correcto en algo que le conviene a su grupo, no lo defienda para todos lo demás.

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves