/ viernes 26 de julio de 2019

La danza de las estadísticas del delito

La cuestión, que se ha convertido en meme nacional, de “Yo tengo otras cifras” encierra cuestiones de primer orden y de graves consecuencias.

Parte del problema cuando se habla de indicadores de criminalidad es que pierden el sentido de su utilidad cuando sólo se aprecian como la forma de evaluar la eficacia de las instituciones y las corporaciones y no desde sus múltiples utilidades incluyendo la de herramienta básica para una mejor estrategia de prevención y combate al delito.

Esta perversión provoca que los gobiernos, las procuradurías y aquellas instituciones relacionadas con la seguridad, prevención del delito y procuración justicia sean proclives a manipularlas por una sola razón: que su actuación no sea puesta en duda.

Esto no quiere decir que las cifras, los datos duros del delito no deban ser vistos como el reflejo de la efectividad de su prevención y combate, e incluso usados para presionar a las autoridades a mejorar o neutralizar su incidencia, pero también deberían valorarse como lo que son: oro molido para mejorar y enfocar el combate a la criminalidad, es decir, herramientas que permiten a las instituciones evaluar y diagnosticar para dejar de trabajar a ciegas en un tema que tiene a México en una crisis recurrente.

El tema de este baile de cifras ha recobrado protagonismo luego de que la procuradora de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, reveló en una entrevista radiofónica que los datos que se conocían a través del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), la fuente oficial más autorizada en este país, no reflejaban la estadística real de la capital en todo 2018.

La procuradora capitalina ofreció en la entrevista tres datos alarmantes pues se trata de indicadores muy relevantes. Las estadísticas oficiales reportadas por el delito de violación (que aún se encuentran en el portal de esta dependencia) fue de 682 casos cuando, en la entrevista, dijo que en realidad debieron ser 1,397 es decir poco más del doble. En homicidio doloso fue de 1,265 cuando en realidad debió ser de 1,410 y robo de vehículo fue de 11,308 cuando la cifra real era de 14,069.

Lo peor es que si uno revisa las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aunque con muy poca diferencia, sus datos difieren de ambas cifras de la PGJ de la Ciudad de México. Y aún faltaría comparar las que tiene el INEGI ya que estas son las fuentes oficiales de referencia. Pero según el informe “Fallas de Origen” de México Evalúa, entre una fuente y otra también hay diferencias.

@ViaLegal_mx

vialegalmx@gmail.com

La cuestión, que se ha convertido en meme nacional, de “Yo tengo otras cifras” encierra cuestiones de primer orden y de graves consecuencias.

Parte del problema cuando se habla de indicadores de criminalidad es que pierden el sentido de su utilidad cuando sólo se aprecian como la forma de evaluar la eficacia de las instituciones y las corporaciones y no desde sus múltiples utilidades incluyendo la de herramienta básica para una mejor estrategia de prevención y combate al delito.

Esta perversión provoca que los gobiernos, las procuradurías y aquellas instituciones relacionadas con la seguridad, prevención del delito y procuración justicia sean proclives a manipularlas por una sola razón: que su actuación no sea puesta en duda.

Esto no quiere decir que las cifras, los datos duros del delito no deban ser vistos como el reflejo de la efectividad de su prevención y combate, e incluso usados para presionar a las autoridades a mejorar o neutralizar su incidencia, pero también deberían valorarse como lo que son: oro molido para mejorar y enfocar el combate a la criminalidad, es decir, herramientas que permiten a las instituciones evaluar y diagnosticar para dejar de trabajar a ciegas en un tema que tiene a México en una crisis recurrente.

El tema de este baile de cifras ha recobrado protagonismo luego de que la procuradora de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, reveló en una entrevista radiofónica que los datos que se conocían a través del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), la fuente oficial más autorizada en este país, no reflejaban la estadística real de la capital en todo 2018.

La procuradora capitalina ofreció en la entrevista tres datos alarmantes pues se trata de indicadores muy relevantes. Las estadísticas oficiales reportadas por el delito de violación (que aún se encuentran en el portal de esta dependencia) fue de 682 casos cuando, en la entrevista, dijo que en realidad debieron ser 1,397 es decir poco más del doble. En homicidio doloso fue de 1,265 cuando en realidad debió ser de 1,410 y robo de vehículo fue de 11,308 cuando la cifra real era de 14,069.

Lo peor es que si uno revisa las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aunque con muy poca diferencia, sus datos difieren de ambas cifras de la PGJ de la Ciudad de México. Y aún faltaría comparar las que tiene el INEGI ya que estas son las fuentes oficiales de referencia. Pero según el informe “Fallas de Origen” de México Evalúa, entre una fuente y otra también hay diferencias.

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