/ martes 19 de mayo de 2020

La crisis alimentaria que viene

La emergencia sanitaria que estamos viviendo por la pandemia del covid-19 no solo ha significado dolor, muerte y una situación económica muy difícil ante la perdida de miles de empleos, sino también empieza a provocar una crisis alimentaria a nivel mundial.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hizo un cálculo sobre el número de personas que se sumarán a la pobreza extrema debido a la afectación económica por la pandemia. La población en extrema pobreza pasaría de 21 a 31.7 millones de personas entre 2018 y 2020, con lo que se regresaría a los niveles de pobreza de los últimos 20 años.

Esta situación es muy grave, pues serían los hogares en condición de pobreza en zonas urbanas los más afectados debido al desempleo y a la caída generalizada del ingreso. Incluso, Coneval considera que podríamos llegar a una situación parecida a la crisis de 1995.

Nos encontramos ante una grave disyuntiva que de no encontrar pronto una cura efectiva del Covid-19 las cadenas productivas podrían afectarse severamente, como así lo vislumbran expertos, ante el anuncio de futuros rebrotes pandémicos a lo largo y ancho del planeta.

Hoy ya estamos viviendo el alza de precios de alimentos porque el virus ya empezó afectar a comunidades campesinas, personal de transporte de mercancías y abarroteros de centrales de abasto y mercados públicos.

Esta pandemia de covid-19 está poniendo a prueba a todos. Si pasa más tiempo y las actividades productivas todavía tardan en regularse, sin duda, vamos a enfrentar desabastos en las grandes ciudades.

Ayer, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) hizo un llamado a aplicar desde ahora apoyos para evitar una futura crisis alimentaria, como consecuencia del desempleo, falta de ingresos en los hogares y enfermedad que está provocando la pandemia.

Incluso, la FAO, estimó que se requieren 350 millones de dólares para hacer frente a esta crisis alimentaria mundial.

En eso coincido, no esperemos más, es necesario un plan integral de apoyo a favor de los agricultores, locatarios de mercados y de tianguis, y de los grandes productores y ganaderos del país. Desde nuestras casas, otra opción son los huertos urbanos, hacer cadenas de venta de alimentos entre comerciantes y usuarios, y evitar afectar a quienes menos tienen.

La misma FAO lo ha dicho. “Si los agricultores no pueden ir a sus campos, comprar semillas o alimentos para sus animales, se perderán las temporadas de siembra, el cultivo se reducirá de manera considerable y perecerán animales, con menos alimentos disponibles en ciudades y el campo”.

Así que es tiempo de trabajar en ese sentido, no esperemos que la crisis alimentaria nos alcance, cuando somos un país con grandes posibilidades.


La emergencia sanitaria que estamos viviendo por la pandemia del covid-19 no solo ha significado dolor, muerte y una situación económica muy difícil ante la perdida de miles de empleos, sino también empieza a provocar una crisis alimentaria a nivel mundial.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hizo un cálculo sobre el número de personas que se sumarán a la pobreza extrema debido a la afectación económica por la pandemia. La población en extrema pobreza pasaría de 21 a 31.7 millones de personas entre 2018 y 2020, con lo que se regresaría a los niveles de pobreza de los últimos 20 años.

Esta situación es muy grave, pues serían los hogares en condición de pobreza en zonas urbanas los más afectados debido al desempleo y a la caída generalizada del ingreso. Incluso, Coneval considera que podríamos llegar a una situación parecida a la crisis de 1995.

Nos encontramos ante una grave disyuntiva que de no encontrar pronto una cura efectiva del Covid-19 las cadenas productivas podrían afectarse severamente, como así lo vislumbran expertos, ante el anuncio de futuros rebrotes pandémicos a lo largo y ancho del planeta.

Hoy ya estamos viviendo el alza de precios de alimentos porque el virus ya empezó afectar a comunidades campesinas, personal de transporte de mercancías y abarroteros de centrales de abasto y mercados públicos.

Esta pandemia de covid-19 está poniendo a prueba a todos. Si pasa más tiempo y las actividades productivas todavía tardan en regularse, sin duda, vamos a enfrentar desabastos en las grandes ciudades.

Ayer, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) hizo un llamado a aplicar desde ahora apoyos para evitar una futura crisis alimentaria, como consecuencia del desempleo, falta de ingresos en los hogares y enfermedad que está provocando la pandemia.

Incluso, la FAO, estimó que se requieren 350 millones de dólares para hacer frente a esta crisis alimentaria mundial.

En eso coincido, no esperemos más, es necesario un plan integral de apoyo a favor de los agricultores, locatarios de mercados y de tianguis, y de los grandes productores y ganaderos del país. Desde nuestras casas, otra opción son los huertos urbanos, hacer cadenas de venta de alimentos entre comerciantes y usuarios, y evitar afectar a quienes menos tienen.

La misma FAO lo ha dicho. “Si los agricultores no pueden ir a sus campos, comprar semillas o alimentos para sus animales, se perderán las temporadas de siembra, el cultivo se reducirá de manera considerable y perecerán animales, con menos alimentos disponibles en ciudades y el campo”.

Así que es tiempo de trabajar en ese sentido, no esperemos que la crisis alimentaria nos alcance, cuando somos un país con grandes posibilidades.