/ sábado 18 de septiembre de 2021

Informe de Sheinabum

Como era previsible, el tercer informe de la Jefa de Gobierno de la CdMx, Claudia Sheinbaum, estuvo lleno de logros, autocomplacencia y ausencia de autocrítica. Lo cierto es que su gobierno ha cumplido decorosamente, aun en temas delicados como la inseguridad o la economía, donde muchos gobiernos estatales presentan déficits importantes.

Uno de los mayores activos de la abiertamente pre candidata de AMLO a la Presidencia de la República había sido, hasta antes de las elecciones de julio, seguir con éxito la política social del gobierno federal, pero también saberse desmarcar a tiempo de algunos de sus excesos: le puso un alto al subsecretario Hugo López Gatell en su criminal manejo de la pandemia y apoyó, hasta donde pudo, comercios y negocios afectados por los cierres provocados por la misma enfermedad.

Sin embargo, al gobernar a la ciudad mejor informada y crítica del país, no pudo escaparse del rechazo de las clases medias al gobierno del presidente López Obrador en las elecciones y sobre todo del inevitable golpe del derrumbe de la Línea 12 del Metro. Visto a nivel nacional, el natural desgaste de poder de la 4T fue moderado y afectó en poco la imagen del primer mandatario, pero aquí en la ciudad si alcanzó para quitarle alcaldías a Morena, lo que le generó, aseguran, el reclamo presidencial.

A partir de ese momento, el riesgo latente ha sido que la gobernanza de la ciudad se maneje desde Palacio Nacional, con criterios rijosos, hostil a las oposiciones que ya son gobierno también en la ciudad, radicalizando la narrativa de la jefa de Gobierno y, peor aún mostrándola en público como un mero apéndice del presidente, uno muy valioso y apreciado, pero no más que un miembro más del gabinete, sin criterio propio.

Ya la subieron al tren de las giras presidenciales a lugares como Chiapas, sacándola de su área natural de gobierno, para placearla de manera poco elegante. Los granaderos, que ella tanto criticó en el pasado y prometió desaparecer, le rompieron la nariz a Lía Limón, alcaldesa de Álvaro Obregón, en un cerco policial al Congreso.

También, como mala señal, le sembraron a Martí Batres en la secretaría de Gobierno para manejar el clientelismo de baja estofa que saben hacer desde el PRD y desde antes los alquimistas de la ciudad, como una manera de movilizar a las clases medias-bajas y bajas de la ciudad con fines electoreros. Cambió la cromática de su gobierno de verde a color vino, con costo a los contribuyentes, por supuesto.

Pasada la elección, con bastante sentido común, se dispuso a apoyar el desarrollo económico capitalino, aunque lo hizo por el delicado camino de apoyar al sector inmobiliario, al que se tenía contenido en la ciudad por los negros antecedentes del cartel inmobiliario de Miguel Ángel Mancera y compañía, que corrompieron el sistema hasta la médula.

Un problema adicional fue que lo hizo vía su brazo legislativo de Morena en el Congreso de la ciudad, que antes de acabar su pasada legislatura aprobó de manera precipitada y opaca cambios en usos de suelo sin seguir los procedimientos legales ni consultar a los vecinos.

El camino a la Presidencia de la Jefa de Gobierno no será terso, pero pasaría por mostrar lo mejor de su estilo moderado y austero de gobernar, mostrándose como una estadista, como una científica, y no como una militante que desde el gobierno rompe con sus oposiciones y mide todo en cálculos electoreros y no con sentido social o de gobierno para todos.


En el USB….


Una encuesta de Enkoll, publicada en este diario el 6 de septiembre, mantiene muy posicionada a la jefa de gobierno capitalino en las preferencias de la todavía lejana elección presidencial. Por encima del canciller Marcelo Ebrard. La encuesta incluyó a otros posibles candidatos como Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma, Juan Ramón de la Fuente y Ricardo Monreal, aunque de manera peculiar incluyó a Lázaro Cárdenas Batel, quien, aseguran, crece en importancia dentro del primer círculo presidencial...

Como era previsible, el tercer informe de la Jefa de Gobierno de la CdMx, Claudia Sheinbaum, estuvo lleno de logros, autocomplacencia y ausencia de autocrítica. Lo cierto es que su gobierno ha cumplido decorosamente, aun en temas delicados como la inseguridad o la economía, donde muchos gobiernos estatales presentan déficits importantes.

Uno de los mayores activos de la abiertamente pre candidata de AMLO a la Presidencia de la República había sido, hasta antes de las elecciones de julio, seguir con éxito la política social del gobierno federal, pero también saberse desmarcar a tiempo de algunos de sus excesos: le puso un alto al subsecretario Hugo López Gatell en su criminal manejo de la pandemia y apoyó, hasta donde pudo, comercios y negocios afectados por los cierres provocados por la misma enfermedad.

Sin embargo, al gobernar a la ciudad mejor informada y crítica del país, no pudo escaparse del rechazo de las clases medias al gobierno del presidente López Obrador en las elecciones y sobre todo del inevitable golpe del derrumbe de la Línea 12 del Metro. Visto a nivel nacional, el natural desgaste de poder de la 4T fue moderado y afectó en poco la imagen del primer mandatario, pero aquí en la ciudad si alcanzó para quitarle alcaldías a Morena, lo que le generó, aseguran, el reclamo presidencial.

A partir de ese momento, el riesgo latente ha sido que la gobernanza de la ciudad se maneje desde Palacio Nacional, con criterios rijosos, hostil a las oposiciones que ya son gobierno también en la ciudad, radicalizando la narrativa de la jefa de Gobierno y, peor aún mostrándola en público como un mero apéndice del presidente, uno muy valioso y apreciado, pero no más que un miembro más del gabinete, sin criterio propio.

Ya la subieron al tren de las giras presidenciales a lugares como Chiapas, sacándola de su área natural de gobierno, para placearla de manera poco elegante. Los granaderos, que ella tanto criticó en el pasado y prometió desaparecer, le rompieron la nariz a Lía Limón, alcaldesa de Álvaro Obregón, en un cerco policial al Congreso.

También, como mala señal, le sembraron a Martí Batres en la secretaría de Gobierno para manejar el clientelismo de baja estofa que saben hacer desde el PRD y desde antes los alquimistas de la ciudad, como una manera de movilizar a las clases medias-bajas y bajas de la ciudad con fines electoreros. Cambió la cromática de su gobierno de verde a color vino, con costo a los contribuyentes, por supuesto.

Pasada la elección, con bastante sentido común, se dispuso a apoyar el desarrollo económico capitalino, aunque lo hizo por el delicado camino de apoyar al sector inmobiliario, al que se tenía contenido en la ciudad por los negros antecedentes del cartel inmobiliario de Miguel Ángel Mancera y compañía, que corrompieron el sistema hasta la médula.

Un problema adicional fue que lo hizo vía su brazo legislativo de Morena en el Congreso de la ciudad, que antes de acabar su pasada legislatura aprobó de manera precipitada y opaca cambios en usos de suelo sin seguir los procedimientos legales ni consultar a los vecinos.

El camino a la Presidencia de la Jefa de Gobierno no será terso, pero pasaría por mostrar lo mejor de su estilo moderado y austero de gobernar, mostrándose como una estadista, como una científica, y no como una militante que desde el gobierno rompe con sus oposiciones y mide todo en cálculos electoreros y no con sentido social o de gobierno para todos.


En el USB….


Una encuesta de Enkoll, publicada en este diario el 6 de septiembre, mantiene muy posicionada a la jefa de gobierno capitalino en las preferencias de la todavía lejana elección presidencial. Por encima del canciller Marcelo Ebrard. La encuesta incluyó a otros posibles candidatos como Tatiana Clouthier, Esteban Moctezuma, Juan Ramón de la Fuente y Ricardo Monreal, aunque de manera peculiar incluyó a Lázaro Cárdenas Batel, quien, aseguran, crece en importancia dentro del primer círculo presidencial...