Esta semana se dio a conocer en una corte de Estados Unidos la sentencia más esperada del siglo, si no es que de todos los tiempos, la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ese que se convirtió en “orgullo mexicano” al ser el hombre más rico y poderoso del mundo entero, como era de esperarse, las reacciones en todo el mundo fueron inmediatas, pero en México, algo inusuales.
Cuando un mexicano triunfa en el extranjero es normal que en el país se vuelquen a apoyarlo, aunque no sepan ni que hace, pero el caso de El Chapo es uno muy particular, pues es el responsable, según las autoridades gringas, de miles de muertes a causa de las adicciones y millones de toneladas de droga introducida al país del norte.
Frases que fueron desde pobre chapo hasta la indulgencia de nuestro presidente, si, Andrés Manuel López Obrador sintió algo más que lástima por la sentencia, inundaron no solo las redes sociales, sino miles de pláticas informales entre los ciudadanos mexicanos.
¿Cómo es posible que un narcotraficante sea un líder seguido y admirado por millones de mexicanos? Simple, la televisión, esas series que no son nada baratas en las que se empeñan en colocar a los delincuentes como lo máximo, esas que le hacen creer a los adolescentes que no solo está bien robar, también matar y vender drogas.
Por eso es que esta misma semana que está por terminar, entre las decenas de homicidios que ocurrieron en la Zona Metropolitana del Valle de México, un padre lloró amargamente la muerte de su angelito, quien minutos antes de enfrentarse a tiros con la policía, amenazó, pistola en mano a los comensales de un puesto de tacos, ¿falta de oportunidades?.
Y hablando de ídolos tontos, suena a risa que todos los días la agenda nacional esté plagada de inconsistencias con los dichos de nuestro presidente, pero lo peor es que, como si se tratara de un show cómico, las mañaneras se han convertido en lo más esperado y no por los adoradores del máximo líder, sino por sus detractores.
Se ha convertido en deporte nacional el “maromeo” esas formas tan poco comprensibles en que los adoradores defienden lo indefendible y tratan de argumentar cosas positivas a decisiones tan imprecisas, por no decirles de otra manera, del que se sienta en la silla presidencial, y es que ver como derrocha el dinero en extranjeros y cosas superfluas y mantiene contra el suelo a quienes si lo necesitan, esta de locos.