/ domingo 17 de enero de 2021

Falta menos, pero falta

El cálculo oficial es de dos meses, así que la clave es resistir hasta que nos toque el turno para vacunarnos. Ya sé que el tiempo apremia y que la familia necesita el pan todos los días, pero dejar de cuidarnos o caer en la desesperación puede ser mortal.

Cada semana, los contagios se acercan a nosotros porque la movilidad, y las reuniones, no paran. Justificadas o no, estas acciones han hecho que la espera por la vacuna sea la última etapa de un 2020 muy difícil y un 2021 que seguirá siendo todo un reto.

¿Para qué exponernos entonces? No tiene sentido exponer a nuestros seres queridos y a nosotros mismos, simplemente por cansancio o porque estamos hartos de quedarnos en casa, provoquemos una tragedia. Quien no me crea, solo recorra los hospitales (sin acercarse y con todas las medidas de protección) para que vean las tragedias que viven muchas familias que tienen un paciente intubado.

Ha sido una batalla general tratar de convencernos que no es buena idea estar entrando y saliendo de espacios cerrados y con mucha gente. En los casos en que se necesita trabajar se entiende, pero ni el transporte público, ni los taxis, ni los conductores de aplicación, son la fuente de mayor contagio en la Ciudad de México; son las fiestas y las reuniones.

Conozco varios casos ya de familias completas que se infectan y queda a la providencia y a la fuerza de sus integrantes, quien la libra y quien no. Nadie, después de perder a un familiar, piensa de nuevo que estuvo bien verse o que esta pandemia es un juego, el problema es que ya no hay remedio.

Falta menos tiempo, pero falta, y esa es la diferencia que nos permitirá salir de esta emergencia (luego viene la crisis, atentos) más rápido. Demos crédito, a casi un año de estar en esto, a muchos capitalinos que no se han contagiado o que se recuperaron de la Covid-19; la hazaña no es menor, tristemente, varios de ellas y de ellos corren peligro por quienes se han dado por vencidos y se han puesto en manos del destino.

A quienes han tomado esa decisión, mi respeto, solo espero que hayan pensado en sus seres queridos, en lo que podría pasar si faltan y en la renuncia que significa vivir lo inmediato, sacrificando el futuro. No se trata, como ya lo hizo un gobierno estatal, de dejar en manos de sus ciudadanos la opción de morir o no, es como sociedad empujar en esta etapa contra la pandemia para resolverla.

No coincido con quienes aseguran que somos una sociedad de descuidados, al contrario, en cada emergencia -y esta es una histórica- sacamos lo mejor de nosotros para resurgir, aquí estamos esperando turno, pero no para ingresar a una sucursal bancaria o para pedir que nos despachen en la carnicería, sino para recibir una vacuna que nos proteja.

Para la mayoría de las y los capitalinos el valor de la vida es alto e incluye la de nuestros vecinos, amigos, colegas. Eso nos distingue a pesar de vivir en una de las ciudades más grandes del mundo y la supuesta indiferencia que eso provoca.

Es esperar cuidándonos y cuidando a los demás, no debería ser tan difícil cuando hemos atravesado por la mayor parte del camino de esta terrible situación.

Insisto una vez más: que salir adelante está más en nuestras manos que en las de las autoridades y nuestra responsabilidad civil es llegar sanos, hasta donde sea posible, a ponernos la vacuna y, adelanto, no prestar atención a todos los mensajes que llegan a los teléfonos celulares que mienten sobre ella. No hay riesgo y debemos recibirla, en particular quienes vivamos con adultas y adultos mayores, quienes van primero en esta fila.

Siempre decimos que somos aguantadores para muchas cosas, esta es una muy importante, de vida o muerte, que nos va a traer mucha tranquilidad y nos permitirá reanudar bajo una nueva realidad en la que podríamos aprovechar para tener mejores hábitos de higiene y salud, además de comportamientos más positivos hacia los demás. Cada quién sabe de qué le estoy hablando y cómo puede mejorar en su día a día, aunque para ello se necesita lo principal y eso es salud, mucha salud. Falta menos tiempo, pero falta, hagamos que el último tramo sea a nuestro favor.

El cálculo oficial es de dos meses, así que la clave es resistir hasta que nos toque el turno para vacunarnos. Ya sé que el tiempo apremia y que la familia necesita el pan todos los días, pero dejar de cuidarnos o caer en la desesperación puede ser mortal.

Cada semana, los contagios se acercan a nosotros porque la movilidad, y las reuniones, no paran. Justificadas o no, estas acciones han hecho que la espera por la vacuna sea la última etapa de un 2020 muy difícil y un 2021 que seguirá siendo todo un reto.

¿Para qué exponernos entonces? No tiene sentido exponer a nuestros seres queridos y a nosotros mismos, simplemente por cansancio o porque estamos hartos de quedarnos en casa, provoquemos una tragedia. Quien no me crea, solo recorra los hospitales (sin acercarse y con todas las medidas de protección) para que vean las tragedias que viven muchas familias que tienen un paciente intubado.

Ha sido una batalla general tratar de convencernos que no es buena idea estar entrando y saliendo de espacios cerrados y con mucha gente. En los casos en que se necesita trabajar se entiende, pero ni el transporte público, ni los taxis, ni los conductores de aplicación, son la fuente de mayor contagio en la Ciudad de México; son las fiestas y las reuniones.

Conozco varios casos ya de familias completas que se infectan y queda a la providencia y a la fuerza de sus integrantes, quien la libra y quien no. Nadie, después de perder a un familiar, piensa de nuevo que estuvo bien verse o que esta pandemia es un juego, el problema es que ya no hay remedio.

Falta menos tiempo, pero falta, y esa es la diferencia que nos permitirá salir de esta emergencia (luego viene la crisis, atentos) más rápido. Demos crédito, a casi un año de estar en esto, a muchos capitalinos que no se han contagiado o que se recuperaron de la Covid-19; la hazaña no es menor, tristemente, varios de ellas y de ellos corren peligro por quienes se han dado por vencidos y se han puesto en manos del destino.

A quienes han tomado esa decisión, mi respeto, solo espero que hayan pensado en sus seres queridos, en lo que podría pasar si faltan y en la renuncia que significa vivir lo inmediato, sacrificando el futuro. No se trata, como ya lo hizo un gobierno estatal, de dejar en manos de sus ciudadanos la opción de morir o no, es como sociedad empujar en esta etapa contra la pandemia para resolverla.

No coincido con quienes aseguran que somos una sociedad de descuidados, al contrario, en cada emergencia -y esta es una histórica- sacamos lo mejor de nosotros para resurgir, aquí estamos esperando turno, pero no para ingresar a una sucursal bancaria o para pedir que nos despachen en la carnicería, sino para recibir una vacuna que nos proteja.

Para la mayoría de las y los capitalinos el valor de la vida es alto e incluye la de nuestros vecinos, amigos, colegas. Eso nos distingue a pesar de vivir en una de las ciudades más grandes del mundo y la supuesta indiferencia que eso provoca.

Es esperar cuidándonos y cuidando a los demás, no debería ser tan difícil cuando hemos atravesado por la mayor parte del camino de esta terrible situación.

Insisto una vez más: que salir adelante está más en nuestras manos que en las de las autoridades y nuestra responsabilidad civil es llegar sanos, hasta donde sea posible, a ponernos la vacuna y, adelanto, no prestar atención a todos los mensajes que llegan a los teléfonos celulares que mienten sobre ella. No hay riesgo y debemos recibirla, en particular quienes vivamos con adultas y adultos mayores, quienes van primero en esta fila.

Siempre decimos que somos aguantadores para muchas cosas, esta es una muy importante, de vida o muerte, que nos va a traer mucha tranquilidad y nos permitirá reanudar bajo una nueva realidad en la que podríamos aprovechar para tener mejores hábitos de higiene y salud, además de comportamientos más positivos hacia los demás. Cada quién sabe de qué le estoy hablando y cómo puede mejorar en su día a día, aunque para ello se necesita lo principal y eso es salud, mucha salud. Falta menos tiempo, pero falta, hagamos que el último tramo sea a nuestro favor.

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