/ domingo 27 de diciembre de 2020

Esperanza

Sin duda la llegada de las vacunas en víspera de Navidad ha sido un alivio y una luz de esperanza para miles de personas que se encuentran en primera línea de atención médica de Covid-19, pero pese a los esfuerzos, no son ni suficientes ni al alcance de todos, pues como en todo, ahora denuncian corrupción en las listas de vacunación.

Apenas el 23 de diciembre llegaron a México, en medio de un gran cerco mediático las primeras tres mil dosis, es decir poco o casi nada de lo que habían prometido que eran poco más de 240 mil vacunas las que llegarían; es decir se ve la esperanza, pero a cuentagotas, o mejor dicho, a cuentafrascos.

Si bien los envíos van a ser periódicos, y van a estar llegando de pocos miles, estos aun no son suficientes para todo el personal de primera línea que sigue luchando contra la inconciencia de muchas personas que siguen de fiesta y “hartos del encierro”, lo que mantiene abarrotados los hospitales en muchos estados.

Y es que la esperanza que brinda la vacuna está siendo mal vista, pues mientras la vacuna llega únicamente para personal médico prioritario, ahora hay más gente en la calle como si en un abrir y cerrar de ojos todo el Ejercito mexicano fuera a salir esta semana a vacunarnos a todos.

Esta falsa esperanza que están viendo algunos ciudadanos mantiene las calles llenas, los supermercados con familias enteras, eso sí, que saben burlar la seguridad y entran de uno a uno, paseando en el lugar como si fuera un parque, platicando y dando vueltas, porque “pues ya es mucho tiempo de encierro”. Esa inconciencia es más peligrosa que el virus mismo.

Desde que se decretó e semáforo rojo en la capital y área metropolitana, los capitalinos, algunos, no todos, en lugar buscar entrar en razón y quedarse en casa y salir solo lo necesario, salieron como si no hubiera mañana a comprar los regalos para las fiestas a las que no deberían de asistir.

Pero la inconciencia se le suma al egoísmo y entonces, de esas miles de fiestas saldrán varios miles de contagios, varios cientos de muertos y la culpa va a ser de lo lento con lo que se distribuye la vacuna, no precisamente de desacatar las indicaciones oficiales. Siempre es mejor culpar al gobierno que tomar la responsabilidad. Aunque el primero tenga su gran responsabilidad al enviar mensajes confusos.

Ya veremos en las próximas semanas como el verdadero oro no es dorado, sino color metal y se ve como tanques de oxígeno. Que por cierto ya no hay en ningún lado.

Sin duda la llegada de las vacunas en víspera de Navidad ha sido un alivio y una luz de esperanza para miles de personas que se encuentran en primera línea de atención médica de Covid-19, pero pese a los esfuerzos, no son ni suficientes ni al alcance de todos, pues como en todo, ahora denuncian corrupción en las listas de vacunación.

Apenas el 23 de diciembre llegaron a México, en medio de un gran cerco mediático las primeras tres mil dosis, es decir poco o casi nada de lo que habían prometido que eran poco más de 240 mil vacunas las que llegarían; es decir se ve la esperanza, pero a cuentagotas, o mejor dicho, a cuentafrascos.

Si bien los envíos van a ser periódicos, y van a estar llegando de pocos miles, estos aun no son suficientes para todo el personal de primera línea que sigue luchando contra la inconciencia de muchas personas que siguen de fiesta y “hartos del encierro”, lo que mantiene abarrotados los hospitales en muchos estados.

Y es que la esperanza que brinda la vacuna está siendo mal vista, pues mientras la vacuna llega únicamente para personal médico prioritario, ahora hay más gente en la calle como si en un abrir y cerrar de ojos todo el Ejercito mexicano fuera a salir esta semana a vacunarnos a todos.

Esta falsa esperanza que están viendo algunos ciudadanos mantiene las calles llenas, los supermercados con familias enteras, eso sí, que saben burlar la seguridad y entran de uno a uno, paseando en el lugar como si fuera un parque, platicando y dando vueltas, porque “pues ya es mucho tiempo de encierro”. Esa inconciencia es más peligrosa que el virus mismo.

Desde que se decretó e semáforo rojo en la capital y área metropolitana, los capitalinos, algunos, no todos, en lugar buscar entrar en razón y quedarse en casa y salir solo lo necesario, salieron como si no hubiera mañana a comprar los regalos para las fiestas a las que no deberían de asistir.

Pero la inconciencia se le suma al egoísmo y entonces, de esas miles de fiestas saldrán varios miles de contagios, varios cientos de muertos y la culpa va a ser de lo lento con lo que se distribuye la vacuna, no precisamente de desacatar las indicaciones oficiales. Siempre es mejor culpar al gobierno que tomar la responsabilidad. Aunque el primero tenga su gran responsabilidad al enviar mensajes confusos.

Ya veremos en las próximas semanas como el verdadero oro no es dorado, sino color metal y se ve como tanques de oxígeno. Que por cierto ya no hay en ningún lado.

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