/ domingo 7 de junio de 2020

¿Era tan urgente salir a la calle?

Tal pareciera que el egoísmo de muchos mexicanos nos va a mantener encerrados por mucho tiempo más, y no es por otra cosa que por los miles de contagios diarios y el incremento en cientos y cientos de decesos, la pandemia no estaba domada, si bien aun los hospitales tienen una que otra cama disponible, aun no hay profesionales que alcancen para atender la pandemia.

Ya son más de 100 mil los contagiados acumulados, esta cifra es confusa, pues aunque contempla a todos los que se han contagiado desde marzo, cuando se presentó el primer caso, no cuenta a los miles más que se quedan en casa con síntomas y que no acceden a una prueba, y mucho menos a quienes tienen la enfermedad y se encuentran asintomáticos.

De los muertos, la cosa es similar, los números del gobierno son únicamente los que se alcanzaron a hacer la prueba y mañosamente no cuentan los que diagnosticaron diferente para no inflar los números, y mucho menos cuentan todos los que mueren en casa a consecuencia del SARS COV 2 y por temor a no poder despedirse de sus familiares terminan por buscar ilegalmente un acta de defunción que diga lo contrario.

En resumidas cuentas, las cifras que día a día el gobierno se desvive por hacerle saber al pueblo, como su ejercicio de transparencia, solo son apenas unas muestras mínimas de lo que verdaderamente está sucediendo en el país; eso sin contar que millones de mexicanos piensan que se trata de una burla del gobierno esto del virus.

O sea que por donde lo queramos ver estamos mal, quien escribe estas líneas es un testigo de primera línea de que la enfermedad existe y no es solo una gripa fuerte, si no pensamos en que nos puede pasar a nosotros, está bien, pero hay que cuidar también a los demás, a nuestros padres, hermanos, abuelos, a todos. La pandemia no ha terminado, de hecho, estamos lejos de que eso suceda, la nueva normalidad es solo una utopía.

Desde aquí quiero externar mi más sentido pésame, pero a la vez mi mayor admiración a esos héroes que están en primera línea en la atención de la población con la pandemia. A los paramédicos que día a día salen a las calles a luchar contra el enemigo invisible, ese que lleva más de 12 mil muertes en apenas 100 días.

Esos que pese a las máximas medidas de seguridad, dan su vida por salvar las de los demás, los que a diario recorren a toda velocidad las calles para salvar vidas, esos también merecen un gran reconocimiento. Una ovación de pie por su invaluable labor.

Tal pareciera que el egoísmo de muchos mexicanos nos va a mantener encerrados por mucho tiempo más, y no es por otra cosa que por los miles de contagios diarios y el incremento en cientos y cientos de decesos, la pandemia no estaba domada, si bien aun los hospitales tienen una que otra cama disponible, aun no hay profesionales que alcancen para atender la pandemia.

Ya son más de 100 mil los contagiados acumulados, esta cifra es confusa, pues aunque contempla a todos los que se han contagiado desde marzo, cuando se presentó el primer caso, no cuenta a los miles más que se quedan en casa con síntomas y que no acceden a una prueba, y mucho menos a quienes tienen la enfermedad y se encuentran asintomáticos.

De los muertos, la cosa es similar, los números del gobierno son únicamente los que se alcanzaron a hacer la prueba y mañosamente no cuentan los que diagnosticaron diferente para no inflar los números, y mucho menos cuentan todos los que mueren en casa a consecuencia del SARS COV 2 y por temor a no poder despedirse de sus familiares terminan por buscar ilegalmente un acta de defunción que diga lo contrario.

En resumidas cuentas, las cifras que día a día el gobierno se desvive por hacerle saber al pueblo, como su ejercicio de transparencia, solo son apenas unas muestras mínimas de lo que verdaderamente está sucediendo en el país; eso sin contar que millones de mexicanos piensan que se trata de una burla del gobierno esto del virus.

O sea que por donde lo queramos ver estamos mal, quien escribe estas líneas es un testigo de primera línea de que la enfermedad existe y no es solo una gripa fuerte, si no pensamos en que nos puede pasar a nosotros, está bien, pero hay que cuidar también a los demás, a nuestros padres, hermanos, abuelos, a todos. La pandemia no ha terminado, de hecho, estamos lejos de que eso suceda, la nueva normalidad es solo una utopía.

Desde aquí quiero externar mi más sentido pésame, pero a la vez mi mayor admiración a esos héroes que están en primera línea en la atención de la población con la pandemia. A los paramédicos que día a día salen a las calles a luchar contra el enemigo invisible, ese que lleva más de 12 mil muertes en apenas 100 días.

Esos que pese a las máximas medidas de seguridad, dan su vida por salvar las de los demás, los que a diario recorren a toda velocidad las calles para salvar vidas, esos también merecen un gran reconocimiento. Una ovación de pie por su invaluable labor.

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