/ lunes 9 de noviembre de 2020

El viaje secreto de Ancira y Lozoya

Acababa el sexenio de Enrique Peña Nieto y el famoso año de Hidalgo lejos de impulsar más “Estafas Maestras” obligaba a que, funcionarios de buen nivel y en puestos clave dejaran libros blancos y señalamientos subsanables en la Auditoría Superior de la Federación, hoy a cargo de David Colmenares. Sin embargo, al ex director de Pemex y el todavía accionista mayoritario de Altos Hornos de México parecía que no les asustaba el cambio de poderes y la nueva forma de gobierno que alentaba el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador.

Olvídese un momento que Agro Nitrogenados, una empresa que tenía 14 años sin operar y con equipos obsoletos o chatarra de más de 30 años de antigüedad, fue adquirida por el gobierno mexicano en 475 millones de dólares. La amistad de Emilio Lozoya y Alonso Ancira tenía como escenario paisajes y utopías de multimillonarios que se salen del imaginario popular mexicano.

Dos personajes cercanos a estos hombres que hoy están detenidos nos recuerdan constantemente que en algún momento se sintieron intocables, es más, hoy todavía creen que gozan de una protección superior a cambio de su silencio. Pero una anécdota que su círculo repetía mucho tiene que ver con un viaje al Ártico con sus respectivas familias. Una expedición que sólo los hombres con recursos ilimitados y que han comido, bebido y disfrutado casi todo lo que puede comprarse en este mundo exigen. A bordo de un rompe hielos acondicionado como crucero de lujo sellaron algunos de sus acuerdos. Vencían lo inimaginable, como cruzar por paisajes de hielo de hasta cinco metros de espesor a bordo de una embarcación que hacía soportable la inclemencia del clima para asomarse a regiones no visitadas por el hombre en siglos.

Las fotografías y los fantásticos recuerdos quedarían grabadas en la tripulación VIP. Tal vez muchos se pregunten quién pagó los 10 mil dólares diarios que al menos cuestan este tipo de experiencias, pero para quienes han viajado al Ártico saben que cada dólar es una inversión para las memorias de la vida. Una inversión que vale cada centavo y que no se presumen en Instagram ni en Facebook, eso está reservado para las clases medias y bajas. En el mundo de los negocios, sabían cómo hacer notar su éxito. ¡Vuele su imaginación! Seguramente ya no existen registros de este singular viaje, aunque quizá, después salgan a la luz pública más encuentros singulares, como los 54 recorridos que se documentaron del helicóptero que utilizaba Lozoya Austin y que aterrizaba en las oficinas de Alonso Ancira. ¿Qué era lo que negociaban y hasta dónde llegaba su amistad? ¿A dónde más viajaron? ¿Quién pagaba?

Hasta hace unos días todo parecía que se solucionaba para Emilio Lozoya y Alonso Ancira, sin embargo, las últimas declaraciones del empresario en España ya obligaron al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a integrar todas las evidencias posibles para castigar uno de los casos de corrupción más escandalosos de los últimos 10 años. Parece que ahora sí tendrán que hacer pagar a alguien por los hielos rotos.

Acababa el sexenio de Enrique Peña Nieto y el famoso año de Hidalgo lejos de impulsar más “Estafas Maestras” obligaba a que, funcionarios de buen nivel y en puestos clave dejaran libros blancos y señalamientos subsanables en la Auditoría Superior de la Federación, hoy a cargo de David Colmenares. Sin embargo, al ex director de Pemex y el todavía accionista mayoritario de Altos Hornos de México parecía que no les asustaba el cambio de poderes y la nueva forma de gobierno que alentaba el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador.

Olvídese un momento que Agro Nitrogenados, una empresa que tenía 14 años sin operar y con equipos obsoletos o chatarra de más de 30 años de antigüedad, fue adquirida por el gobierno mexicano en 475 millones de dólares. La amistad de Emilio Lozoya y Alonso Ancira tenía como escenario paisajes y utopías de multimillonarios que se salen del imaginario popular mexicano.

Dos personajes cercanos a estos hombres que hoy están detenidos nos recuerdan constantemente que en algún momento se sintieron intocables, es más, hoy todavía creen que gozan de una protección superior a cambio de su silencio. Pero una anécdota que su círculo repetía mucho tiene que ver con un viaje al Ártico con sus respectivas familias. Una expedición que sólo los hombres con recursos ilimitados y que han comido, bebido y disfrutado casi todo lo que puede comprarse en este mundo exigen. A bordo de un rompe hielos acondicionado como crucero de lujo sellaron algunos de sus acuerdos. Vencían lo inimaginable, como cruzar por paisajes de hielo de hasta cinco metros de espesor a bordo de una embarcación que hacía soportable la inclemencia del clima para asomarse a regiones no visitadas por el hombre en siglos.

Las fotografías y los fantásticos recuerdos quedarían grabadas en la tripulación VIP. Tal vez muchos se pregunten quién pagó los 10 mil dólares diarios que al menos cuestan este tipo de experiencias, pero para quienes han viajado al Ártico saben que cada dólar es una inversión para las memorias de la vida. Una inversión que vale cada centavo y que no se presumen en Instagram ni en Facebook, eso está reservado para las clases medias y bajas. En el mundo de los negocios, sabían cómo hacer notar su éxito. ¡Vuele su imaginación! Seguramente ya no existen registros de este singular viaje, aunque quizá, después salgan a la luz pública más encuentros singulares, como los 54 recorridos que se documentaron del helicóptero que utilizaba Lozoya Austin y que aterrizaba en las oficinas de Alonso Ancira. ¿Qué era lo que negociaban y hasta dónde llegaba su amistad? ¿A dónde más viajaron? ¿Quién pagaba?

Hasta hace unos días todo parecía que se solucionaba para Emilio Lozoya y Alonso Ancira, sin embargo, las últimas declaraciones del empresario en España ya obligaron al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a integrar todas las evidencias posibles para castigar uno de los casos de corrupción más escandalosos de los últimos 10 años. Parece que ahora sí tendrán que hacer pagar a alguien por los hielos rotos.