/ domingo 14 de marzo de 2021

El trago amargo no ha pasado

Sí, es muy posible que de la pandemia se sepa ya menos, es muy probable que haya menos hospitalizaciones, es muy posible que también haya menos noticias de saturaciones hospitales, lo que sí es una realidad es que los contagios siguen aumentando y las precauciones de la sociedad van a la baja.

Es una realidad que en la calle ya no hay medidas de seguridad, ya la sana distancia no se ve y las plazas comerciales están llenas, las calles atestadas de autos, y todos en la calle se ve que la pandemia ya solo es un recuerdo, un mal recuerdo, aunque la realidad sea otra.

En la calle, si bien el uso del cubrebocas ya se hizo una costumbre, aún estamos lejos de utilizarlo de la mejor manera, pues parece más un requisito para salir a calle, un mero trámite, que de verdad usarlo por protección, una protección que desató muchísima polémica hace un año.

Este fin de semana cumplieron las escuelas un año fuera de clases, un año de aquella esperanza de que todo pasara en 15 días, o quizá un mes como lo fue e aquel lejano 2009 con la influenza AH1N1, un año en el encierro, un año de incertidumbre.

A un año, el miedo ya desapareció, o al menos eso parece, pues es un hecho que el temor a contagiarse pasó a ser eso a convertirse en una triste y funesta resignación, pasó a ser de una preocupación a un “pues ya, si me tiene que tocar, que me toque”.

La resignación de que llegue la enfermedad a la familia es un pase a la resignación, un pase a que nos vamos a tener que despedir de algún familiar, o varios, pues la enfermedad a dejado en claro que no es para personas pobres, pues los tratamientos y todo lo que conlleva es por demás caro.

Quizá sea algo aventurado decir que se está muriendo la gente de poco poder adquisitivo, pues si bien está atacando parejo, también hay muchas personas que se resignan a morir al no tener para comprar un tanque de oxígeno, o siquiera rentarlo, pues de hospitales ni hablamos.

Si bien hay ya más lugar en los hospitales, fue claro que el no respetar las indicaciones y hacer reuniones en fin de año, aumentó considerablemente el número de muertes, que ya supera por más de tres veces la cifra catastrófica de 60 mil que auguraba Hugo López Gattel en aquel 2020.

Sí, es muy posible que de la pandemia se sepa ya menos, es muy probable que haya menos hospitalizaciones, es muy posible que también haya menos noticias de saturaciones hospitales, lo que sí es una realidad es que los contagios siguen aumentando y las precauciones de la sociedad van a la baja.

Es una realidad que en la calle ya no hay medidas de seguridad, ya la sana distancia no se ve y las plazas comerciales están llenas, las calles atestadas de autos, y todos en la calle se ve que la pandemia ya solo es un recuerdo, un mal recuerdo, aunque la realidad sea otra.

En la calle, si bien el uso del cubrebocas ya se hizo una costumbre, aún estamos lejos de utilizarlo de la mejor manera, pues parece más un requisito para salir a calle, un mero trámite, que de verdad usarlo por protección, una protección que desató muchísima polémica hace un año.

Este fin de semana cumplieron las escuelas un año fuera de clases, un año de aquella esperanza de que todo pasara en 15 días, o quizá un mes como lo fue e aquel lejano 2009 con la influenza AH1N1, un año en el encierro, un año de incertidumbre.

A un año, el miedo ya desapareció, o al menos eso parece, pues es un hecho que el temor a contagiarse pasó a ser eso a convertirse en una triste y funesta resignación, pasó a ser de una preocupación a un “pues ya, si me tiene que tocar, que me toque”.

La resignación de que llegue la enfermedad a la familia es un pase a la resignación, un pase a que nos vamos a tener que despedir de algún familiar, o varios, pues la enfermedad a dejado en claro que no es para personas pobres, pues los tratamientos y todo lo que conlleva es por demás caro.

Quizá sea algo aventurado decir que se está muriendo la gente de poco poder adquisitivo, pues si bien está atacando parejo, también hay muchas personas que se resignan a morir al no tener para comprar un tanque de oxígeno, o siquiera rentarlo, pues de hospitales ni hablamos.

Si bien hay ya más lugar en los hospitales, fue claro que el no respetar las indicaciones y hacer reuniones en fin de año, aumentó considerablemente el número de muertes, que ya supera por más de tres veces la cifra catastrófica de 60 mil que auguraba Hugo López Gattel en aquel 2020.

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