/ domingo 7 de noviembre de 2021

El grave y desmesurado ataque a la Guardia Nacional

El pasado día 4, en las inmediaciones del municipio de Pijijiapan, Chiapas, un grupo de entre mil y mil quinientos migrantes, procedentes de Centroamérica, agredieron a elementos de la Guardia Nacional que pretendía cerrarles el paso, rumbo a Comitán. El resultado fue de cinco elementos de la institución heridos, uno de ellos, conmocionado.

La serie de testimonios videograbados, dan cuenta de cómo de forma feroz, bien organizada, armados con piedras y palos, lograron dispersar e incluso, perseguir a los elementos de la Guardia Nacional, hasta los camiones que les transportaban. Es de llamar la atención la violencia con la que los migrantes atacan, bien organizados, relevándose en la primera línea y sin temor o reserva alguna, persisten en sus agresiones, en tanto que los integrantes de la misma Guardia Nacional, retroceden sin responder a la furia de los atacantes.

La primera cuestión, es bajo qué condiciones legales se debiera proceder en contra de que siendo o no mexicanos, atacan físicamente a la principal autoridad de Seguridad Pública del país. Estas situaciones, crispan la de por sí delicada situación de un proceso que si bien, es de carácter humanitario, con las excesivas manifestaciones de violencia ejercida y documentada contra las autoridades de México, muy poco ayuda al proceso.

Es evidente, y hay plena constancia de ello, que la difusión en los medios digitales y convencionales de comunicación internacionales, lanzan una alerta muy seria a las autoridades estadounidenses, respecto de la determinación de los migrantes para pasar, a toda costa a ese país. No hay duda, que la virulencia del enfrentamiento, también es una señal de alerta para el gobierno mexicano y las autoridades locales desde luego, para que ojalá y no, se susciten nuevas confrontaciones. En ese sentido, la conducta y disciplina mostrada por los integrantes de la Guardia Nacional, pone en evidencia la capacitación y adiestramiento para hacerle frente a estos antagonismos al Estado mexicano.

El avance por el territorio nacional, de esta nueva caravana de migrantes, que apenas comienza, puede a la vez, ser un punto de partida, para poner en práctica diversas medidas de organización y control en el largo desplazamiento. Las migraciones, por cualquier motivo, forman parte de la naturaleza humana. Desde la que procede de África y que se dispersó por todo el planeta. Aquí la cuestión es que la violencia de quienes solicitan –y con razón, trato digno y humanitario. Pero no es menos cierto que, de parte de los migrantes, se deben cumplir las leyes del país huésped, en este caso, México, para así estar en condiciones de entendimiento.

Lo visto y sucedido el pasado jueves 4 en Chiapas, desafortunadamente, va en sentido contrario. Son escenas sin precedentes. Se trata de una severa llamada de atención, a propósito de la consistencia y disposición al menos de esta caravana de migrantes, para alcanzar nuestra frontera con los Estados Unidos a toda costa.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

El pasado día 4, en las inmediaciones del municipio de Pijijiapan, Chiapas, un grupo de entre mil y mil quinientos migrantes, procedentes de Centroamérica, agredieron a elementos de la Guardia Nacional que pretendía cerrarles el paso, rumbo a Comitán. El resultado fue de cinco elementos de la institución heridos, uno de ellos, conmocionado.

La serie de testimonios videograbados, dan cuenta de cómo de forma feroz, bien organizada, armados con piedras y palos, lograron dispersar e incluso, perseguir a los elementos de la Guardia Nacional, hasta los camiones que les transportaban. Es de llamar la atención la violencia con la que los migrantes atacan, bien organizados, relevándose en la primera línea y sin temor o reserva alguna, persisten en sus agresiones, en tanto que los integrantes de la misma Guardia Nacional, retroceden sin responder a la furia de los atacantes.

La primera cuestión, es bajo qué condiciones legales se debiera proceder en contra de que siendo o no mexicanos, atacan físicamente a la principal autoridad de Seguridad Pública del país. Estas situaciones, crispan la de por sí delicada situación de un proceso que si bien, es de carácter humanitario, con las excesivas manifestaciones de violencia ejercida y documentada contra las autoridades de México, muy poco ayuda al proceso.

Es evidente, y hay plena constancia de ello, que la difusión en los medios digitales y convencionales de comunicación internacionales, lanzan una alerta muy seria a las autoridades estadounidenses, respecto de la determinación de los migrantes para pasar, a toda costa a ese país. No hay duda, que la virulencia del enfrentamiento, también es una señal de alerta para el gobierno mexicano y las autoridades locales desde luego, para que ojalá y no, se susciten nuevas confrontaciones. En ese sentido, la conducta y disciplina mostrada por los integrantes de la Guardia Nacional, pone en evidencia la capacitación y adiestramiento para hacerle frente a estos antagonismos al Estado mexicano.

El avance por el territorio nacional, de esta nueva caravana de migrantes, que apenas comienza, puede a la vez, ser un punto de partida, para poner en práctica diversas medidas de organización y control en el largo desplazamiento. Las migraciones, por cualquier motivo, forman parte de la naturaleza humana. Desde la que procede de África y que se dispersó por todo el planeta. Aquí la cuestión es que la violencia de quienes solicitan –y con razón, trato digno y humanitario. Pero no es menos cierto que, de parte de los migrantes, se deben cumplir las leyes del país huésped, en este caso, México, para así estar en condiciones de entendimiento.

Lo visto y sucedido el pasado jueves 4 en Chiapas, desafortunadamente, va en sentido contrario. Son escenas sin precedentes. Se trata de una severa llamada de atención, a propósito de la consistencia y disposición al menos de esta caravana de migrantes, para alcanzar nuestra frontera con los Estados Unidos a toda costa.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso