/ martes 20 de julio de 2021

Democracia y libertad canceladas

En América Latina, los gobiernos de izquierda estatizan y restan incentivos para crecer, repartiendo pobreza. Dejan déficit en justicia social y siguen permitiendo la corrupción e impunidad. En la zona destacan muchos países comunistas, como es el caso de Cuba, por su cada vez mayor desempleo, inseguridad, lamentable producto per cápita y creciente pobreza. Sin embargo, la población exige mejores pensiones, mayores salarios, mejor salud y educación. Los gobiernos de “izquierda” responden primero a intereses de financiamiento de sus movimientos y después cediendo a las demandas de la sociedad, las que deberían ser atendidas con el erario público y no con mentiras, eludiendo la inversión privada, denostando a quienes no piensan como ellos o elevando la deuda y la inflación.

El término «izquierda» se utilizó por primera vez para referirse al republicanismo, el renacimiento de la democracia durante la Revolución francesa y el liberalismo clásico. Después comenzó a aplicarse al socialismo, el comunismo, la socialdemocracia y varias formas de anarquismo.Dentro del ideario anarquista podemos encontrar muchísimas vertientes ideológicas diferentes que nos hacen imposible dar una definición unívoca de esta corriente de pensamiento o, mejor dicho, de vida. Podemos señalar, sin embargo, una característica común a todo ideal ácrata: la oposición a quienes piensa diferente.

Esto da lugar al triángulo perverso de cancelación de la democracia, la libertad y la paz. Sin embargo, no todos los anarquistas defienden íntegramente este triángulo. Hay autores que, por ejemplo, no prestan atención a la igualdad. Siguiendo el esquema de denostar y destruir a las instituciones. Esta diferencia la marca, según el escritor Bobbio, la aspiración de perpetuarse en el poder.

Como se ha visto lamentablemente el Estado “socialista” monopoliza el poder, administra la violencia y las relaciones políticas entre los individuos en las sociedades en las que el modo de producción capitalista era el dominante. A diferencia de lo que sucedía con las instituciones políticas precapitalistas, el Estado no es una relación de producción. En el sistema de producción capitalista el capital no es sólo el dinero, los trabajadores o las fábricas, o las maquinarias, el capital es también una relación social de producción, y precisamente la que se da entre los empleados, vendedores de su fuerza de trabajo por un salario, y los capitalistas, compradores de la mercancía “fuerza de trabajo”. El Estado debe garantizar el mantenimiento y reproducción de las condiciones que posibilitan la existencia de esas relaciones sociales de producción, esto es, la compra-venta de la mercancía fuerza de trabajo. La falta de políticas sólidas, incluyentes y transparentes, tienen hoy a los gobiernos de izquierda en vilo, la cancelación de la democracia y libertad los ha llevado al fracaso sin poder predecir bien lo que vendrá después.

En América Latina, los gobiernos de izquierda estatizan y restan incentivos para crecer, repartiendo pobreza. Dejan déficit en justicia social y siguen permitiendo la corrupción e impunidad. En la zona destacan muchos países comunistas, como es el caso de Cuba, por su cada vez mayor desempleo, inseguridad, lamentable producto per cápita y creciente pobreza. Sin embargo, la población exige mejores pensiones, mayores salarios, mejor salud y educación. Los gobiernos de “izquierda” responden primero a intereses de financiamiento de sus movimientos y después cediendo a las demandas de la sociedad, las que deberían ser atendidas con el erario público y no con mentiras, eludiendo la inversión privada, denostando a quienes no piensan como ellos o elevando la deuda y la inflación.

El término «izquierda» se utilizó por primera vez para referirse al republicanismo, el renacimiento de la democracia durante la Revolución francesa y el liberalismo clásico. Después comenzó a aplicarse al socialismo, el comunismo, la socialdemocracia y varias formas de anarquismo.Dentro del ideario anarquista podemos encontrar muchísimas vertientes ideológicas diferentes que nos hacen imposible dar una definición unívoca de esta corriente de pensamiento o, mejor dicho, de vida. Podemos señalar, sin embargo, una característica común a todo ideal ácrata: la oposición a quienes piensa diferente.

Esto da lugar al triángulo perverso de cancelación de la democracia, la libertad y la paz. Sin embargo, no todos los anarquistas defienden íntegramente este triángulo. Hay autores que, por ejemplo, no prestan atención a la igualdad. Siguiendo el esquema de denostar y destruir a las instituciones. Esta diferencia la marca, según el escritor Bobbio, la aspiración de perpetuarse en el poder.

Como se ha visto lamentablemente el Estado “socialista” monopoliza el poder, administra la violencia y las relaciones políticas entre los individuos en las sociedades en las que el modo de producción capitalista era el dominante. A diferencia de lo que sucedía con las instituciones políticas precapitalistas, el Estado no es una relación de producción. En el sistema de producción capitalista el capital no es sólo el dinero, los trabajadores o las fábricas, o las maquinarias, el capital es también una relación social de producción, y precisamente la que se da entre los empleados, vendedores de su fuerza de trabajo por un salario, y los capitalistas, compradores de la mercancía “fuerza de trabajo”. El Estado debe garantizar el mantenimiento y reproducción de las condiciones que posibilitan la existencia de esas relaciones sociales de producción, esto es, la compra-venta de la mercancía fuerza de trabajo. La falta de políticas sólidas, incluyentes y transparentes, tienen hoy a los gobiernos de izquierda en vilo, la cancelación de la democracia y libertad los ha llevado al fracaso sin poder predecir bien lo que vendrá después.