/ domingo 11 de abril de 2021

¿Cómo te sientes?

Hace un año, en el inicio de la pandemia como la conocemos, pudimos confinarnos para después tener cierta movilidad en algunas fechas importantes para la familia y los amigos. Estamos ya a la espera que en estas semanas veamos el impacto de un nuevo periodo de salidas por las vacaciones de Semana Santa y, esperemos que no tanto, por el festejo del día de las Madres.

Claro que el escenario es distinto con la vacunación y al avance de la protección a nuestras adultas y adultos mayores, pero los cuidados y las restricciones continúan y no podemos bajar la guardia de ninguna manera.

Para quienes ya llevan varios meses en que regresaron a la chamba, retomaron el negocio o están repartiendo mercancías y trasladando personas por toda la Ciudad de México, hay que extremar cuidarnos, cuidar a los demás y seguir adelante por nuestras familias y por nosotros.

Mientras avance la inmunización, también avanzamos todas y todos. Sin embargo, el objetivo debe ser reducir los contagios, evitar al máximo las hospitalizaciones, y detener la velocidad con la que se esparce el virus en los segmentos más vulnerables para la población.

Y si es importante continuar, más lo es hacerlo con otros hábitos de alimentación, de ejercicio regular y de colaboración con aquellos que la estén pasando mal. Echarnos el hombro en estos momentos es igual de vital que hace un año y lo será todavía éste y el que sigue.

Paso a paso nos adaptamos a las nuevas condiciones y, por lo que veo a diario, tenemos una disposición distinta, más tolerante, hacia el resto de las personas. Eso no era necesariamente así en nuestra realidad capitalina de antes y es un buen inicio para vivir en una ciudad que conviva mejor.

Si podemos cooperar con nuestro vecinos, familiares y amigos para que entre todos sigamos sin prisa, pero sin pausa, hasta un punto en que podamos retornar al contacto seguro con otras personas, habremos ganado mucho.

No olvidemos también colaborar con negocios, conductores, tiendas, recauderías y mercados para que mantengan sus empleos y vayan recuperándose al mismo ritmo que el resto de las actividades que necesitan igualmente nuestro respaldo como restaurantes de todo tamaño, hoteles, museos, entre otros giros que dependen de la afluencia de clientes.

En nuestra calle y colonia vale la pena organizarnos para saber cómo se encuentra el vecino y de qué forma podemos ayudarnos entre nosotros. Apenas supe de un caso cercano de una familia que estaba en problemas y gracias a que alguien se dio cuenta por el estado en que se encontraba su animal de compañía pudo descubrir que había carencias porque llevaban varios meses sin ingresos. Entre todos los habitantes de su edificio aportaron lo necesario para que estuvieran mejor y hubo dos ofertas de empleo para dos integrantes de la familia. Si no estamos comunicados es muy difícil que otros sepan lo que nos ocurre, aunque no es fácil abrirnos a otras personas cuando estamos en problemas.

Es más, nuestra costumbre es disfrazar nuestro estado real para que no reflejemos debilidad o conflictos. A la pregunta natural sobre cómo estamos, regularmente nuestra respuesta es “bien” o “de lujo” o “a todo dar”, entre muchas otras variantes que no puedo escribir.

Podría funcionar mejor si preguntáramos de la siguiente manera: ¿Cómo te sientes? De acuerdo con algunas estadísticas, esta pregunta obtiene un porcentaje mucho más alto de respuestas auténticas que si solo nos limitamos al a veces impersonal ¿Cómo estás?

No nos cuesta nada y nos permite tejer vínculos mucho mas fuertes con personas cercanas que nos importan o con cualquiera que percibamos que tiene una dificultad.

Las y los capitalinos somos solidarios por naturaleza y reconocemos el esfuerzo cuando lo vemos. Podemos apoyarnos mucho si hacemos las preguntas correctas y además si actuamos de inmediato para ayudarnos en lo que sea necesario. Solo de esta manera podremos seguir en el camino hacia la salida de esta prueba que nos ha impuesto la naturaleza.

Hace un año, en el inicio de la pandemia como la conocemos, pudimos confinarnos para después tener cierta movilidad en algunas fechas importantes para la familia y los amigos. Estamos ya a la espera que en estas semanas veamos el impacto de un nuevo periodo de salidas por las vacaciones de Semana Santa y, esperemos que no tanto, por el festejo del día de las Madres.

Claro que el escenario es distinto con la vacunación y al avance de la protección a nuestras adultas y adultos mayores, pero los cuidados y las restricciones continúan y no podemos bajar la guardia de ninguna manera.

Para quienes ya llevan varios meses en que regresaron a la chamba, retomaron el negocio o están repartiendo mercancías y trasladando personas por toda la Ciudad de México, hay que extremar cuidarnos, cuidar a los demás y seguir adelante por nuestras familias y por nosotros.

Mientras avance la inmunización, también avanzamos todas y todos. Sin embargo, el objetivo debe ser reducir los contagios, evitar al máximo las hospitalizaciones, y detener la velocidad con la que se esparce el virus en los segmentos más vulnerables para la población.

Y si es importante continuar, más lo es hacerlo con otros hábitos de alimentación, de ejercicio regular y de colaboración con aquellos que la estén pasando mal. Echarnos el hombro en estos momentos es igual de vital que hace un año y lo será todavía éste y el que sigue.

Paso a paso nos adaptamos a las nuevas condiciones y, por lo que veo a diario, tenemos una disposición distinta, más tolerante, hacia el resto de las personas. Eso no era necesariamente así en nuestra realidad capitalina de antes y es un buen inicio para vivir en una ciudad que conviva mejor.

Si podemos cooperar con nuestro vecinos, familiares y amigos para que entre todos sigamos sin prisa, pero sin pausa, hasta un punto en que podamos retornar al contacto seguro con otras personas, habremos ganado mucho.

No olvidemos también colaborar con negocios, conductores, tiendas, recauderías y mercados para que mantengan sus empleos y vayan recuperándose al mismo ritmo que el resto de las actividades que necesitan igualmente nuestro respaldo como restaurantes de todo tamaño, hoteles, museos, entre otros giros que dependen de la afluencia de clientes.

En nuestra calle y colonia vale la pena organizarnos para saber cómo se encuentra el vecino y de qué forma podemos ayudarnos entre nosotros. Apenas supe de un caso cercano de una familia que estaba en problemas y gracias a que alguien se dio cuenta por el estado en que se encontraba su animal de compañía pudo descubrir que había carencias porque llevaban varios meses sin ingresos. Entre todos los habitantes de su edificio aportaron lo necesario para que estuvieran mejor y hubo dos ofertas de empleo para dos integrantes de la familia. Si no estamos comunicados es muy difícil que otros sepan lo que nos ocurre, aunque no es fácil abrirnos a otras personas cuando estamos en problemas.

Es más, nuestra costumbre es disfrazar nuestro estado real para que no reflejemos debilidad o conflictos. A la pregunta natural sobre cómo estamos, regularmente nuestra respuesta es “bien” o “de lujo” o “a todo dar”, entre muchas otras variantes que no puedo escribir.

Podría funcionar mejor si preguntáramos de la siguiente manera: ¿Cómo te sientes? De acuerdo con algunas estadísticas, esta pregunta obtiene un porcentaje mucho más alto de respuestas auténticas que si solo nos limitamos al a veces impersonal ¿Cómo estás?

No nos cuesta nada y nos permite tejer vínculos mucho mas fuertes con personas cercanas que nos importan o con cualquiera que percibamos que tiene una dificultad.

Las y los capitalinos somos solidarios por naturaleza y reconocemos el esfuerzo cuando lo vemos. Podemos apoyarnos mucho si hacemos las preguntas correctas y además si actuamos de inmediato para ayudarnos en lo que sea necesario. Solo de esta manera podremos seguir en el camino hacia la salida de esta prueba que nos ha impuesto la naturaleza.

ÚLTIMASCOLUMNAS