/ lunes 3 de febrero de 2020

Ciudad de Todas y de Todos

Empieza a empatarse el miedo con la realidad del crimen en la Ciudad de México. Esa percepción de inseguridad que nos agobia, a veces más a veces menos, comienza a subir porque la información sobre delitos cometidos, tanto en los medios de comunicación y las redes sociales, se junta con la de familiares, amigos y conocidos.

Estas rachas son comunes en una metrópoli del tamaño de la nuestra, pero vale la pena comenzar a organizarnos para que la prevención, que es la mejor seguridad, se vuelva parte de nuestro día a día, lo mismo que la denuncia.

Igual que el clima, la percepción de seguridad determina mucho nuestro comportamiento y las diferentes maneras en las que reaccionamos ante los hechos. Podemos tener índices a la baja, pero una sensación de que la criminalidad va en aumento, y viceversa, delitos al alza, mientras nosotros percibimos seguridad en casa o en el trabajo.

El peor de los escenarios es cuando ese incremento corresponde con la sensación de vivir inseguros, es decir, que es la realidad y ya no solo percepción. Esos episodios han sido muy difíciles para la Ciudad de México y han provocado cambios determinantes para encontrar soluciones.

Esos cambios han involucrado a la mayoría de nosotros y eso comprueba que somos una sociedad que participa, sin embargo, vamos a necesitar nuevamente de un esfuerzo colectivo para que la tranquilidad regrese a nuestras calles y colonias.

Primero, podemos contribuir mucho con la denuncia de cualquier cosa que afecte nuestro bien y buen vivir. No estaría mal que, al usar la tecnología que está a la mano de todos, se también para brindar información, datos que nos ayuden a prevenir, y alertas que permitan a la policía y a las autoridades a actuar con anticipación.

Un segundo punto es la comunicación entre nosotros, por más que el gobierno quiera protegernos, la organización civil es tarea de nosotros y no habría guardianes suficientes para vigilarnos las 24 horas y nosotros jamás los aceptaríamos.

Así que la coordinación como vecinos, colegas de trabajo, estudiantes, familia, es fundamental para cerrarle el paso a los criminales.

Un tercer paso es colaborar en cualquier espacio en el que estamos, pensar que nos metemos en problemas cuando alguien sí lo está, es el error que facilita la operación de los grupos delincuenciales, que buscan la división de la comunidad para llevar a cabo su negocio.No hay colonias más o menos seguras, hay colonia bien o mal organizadas.

Sin mandamos el mensaje de que estamos unidos, es complicado que un delincuente tome el riesgo, aún sabiendo que tienen enormes posibilidades de recuperar su libertad, gracias a la impunidad y a la corrupción. Mi abuelo lo resumía con un dicho popular que dice: no hay borracho que coma lumbre.

Y es cierto, si hemos llegado a este punto es porque las organizaciones criminales consideran que estamos lo suficientemente divididos y asustados para no contrarrestar sus actividades; pero se equivocan, las y los capitalinos hemos dado muchas veces muestras claras de que sabemos ponernos de acuerdo, confiar en buenas autoridades (que las hay) y ver por nuestros vecinos, amigos, compañeros y familia, que es lo que hace una sociedad que desea mejores condiciones de vida y no se deja intimidar.


Empieza a empatarse el miedo con la realidad del crimen en la Ciudad de México. Esa percepción de inseguridad que nos agobia, a veces más a veces menos, comienza a subir porque la información sobre delitos cometidos, tanto en los medios de comunicación y las redes sociales, se junta con la de familiares, amigos y conocidos.

Estas rachas son comunes en una metrópoli del tamaño de la nuestra, pero vale la pena comenzar a organizarnos para que la prevención, que es la mejor seguridad, se vuelva parte de nuestro día a día, lo mismo que la denuncia.

Igual que el clima, la percepción de seguridad determina mucho nuestro comportamiento y las diferentes maneras en las que reaccionamos ante los hechos. Podemos tener índices a la baja, pero una sensación de que la criminalidad va en aumento, y viceversa, delitos al alza, mientras nosotros percibimos seguridad en casa o en el trabajo.

El peor de los escenarios es cuando ese incremento corresponde con la sensación de vivir inseguros, es decir, que es la realidad y ya no solo percepción. Esos episodios han sido muy difíciles para la Ciudad de México y han provocado cambios determinantes para encontrar soluciones.

Esos cambios han involucrado a la mayoría de nosotros y eso comprueba que somos una sociedad que participa, sin embargo, vamos a necesitar nuevamente de un esfuerzo colectivo para que la tranquilidad regrese a nuestras calles y colonias.

Primero, podemos contribuir mucho con la denuncia de cualquier cosa que afecte nuestro bien y buen vivir. No estaría mal que, al usar la tecnología que está a la mano de todos, se también para brindar información, datos que nos ayuden a prevenir, y alertas que permitan a la policía y a las autoridades a actuar con anticipación.

Un segundo punto es la comunicación entre nosotros, por más que el gobierno quiera protegernos, la organización civil es tarea de nosotros y no habría guardianes suficientes para vigilarnos las 24 horas y nosotros jamás los aceptaríamos.

Así que la coordinación como vecinos, colegas de trabajo, estudiantes, familia, es fundamental para cerrarle el paso a los criminales.

Un tercer paso es colaborar en cualquier espacio en el que estamos, pensar que nos metemos en problemas cuando alguien sí lo está, es el error que facilita la operación de los grupos delincuenciales, que buscan la división de la comunidad para llevar a cabo su negocio.No hay colonias más o menos seguras, hay colonia bien o mal organizadas.

Sin mandamos el mensaje de que estamos unidos, es complicado que un delincuente tome el riesgo, aún sabiendo que tienen enormes posibilidades de recuperar su libertad, gracias a la impunidad y a la corrupción. Mi abuelo lo resumía con un dicho popular que dice: no hay borracho que coma lumbre.

Y es cierto, si hemos llegado a este punto es porque las organizaciones criminales consideran que estamos lo suficientemente divididos y asustados para no contrarrestar sus actividades; pero se equivocan, las y los capitalinos hemos dado muchas veces muestras claras de que sabemos ponernos de acuerdo, confiar en buenas autoridades (que las hay) y ver por nuestros vecinos, amigos, compañeros y familia, que es lo que hace una sociedad que desea mejores condiciones de vida y no se deja intimidar.