/ viernes 15 de octubre de 2021

Avances científicos: Embriones de mono, células madre y pseudovirus

Por: Marinieves García-Manzano

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves


Juan Carlos Izpisúa es uno de los científicos españoles más renombrados a nivel internacional, bioquímico y farmacólogo, ha dedicado su carrera a la lucha contra el envejecimiento. Forma parte del Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla, California, desde donde con su equipo ha llevado a cabo sendas investigaciones sobre la regeneración de tejidos.

Su más reciente y muy controvertida investigación tiene como objetivo crear “quimeras” de cerdo y persona a través de la manipulación de embriones que permitan generar órganos humanos en el ganado porcino. Para lograrlo, en 2019 Izpisúa dirigió un experimento en el Laboratorio de Investigación Biomédica con Primates de Yunnan, China, utilizando óvulos de mono que fueron fecundados con espermatozoides de la misma especie, a los cuales posteriormente se les añadieron células madre de humanos; las cuales tienen la capacidad de convertirse en cualquier tipo de célula. De los 132 embriones obtenidos, al día 19 únicamente sobrevivieron 3. La razón fundamental de hacerlo en China es que en la mayor parte de los países donde se encuentra regulada la investigación con embriones, se establece un límite de 14 días después de la fecundación para su destrucción. Ello ha llevado a abrir un debate sobre ampliar el tiempo límite para destruir los embriones.

El Instituto Salk es reconocido mundialmente por sus investigaciones científicas, como la publicada en abril por John Shy en colaboración con investigadores de diversas Universidades del mundo en la que afirman que el COVID-19 en realidad es una enfermedad vascular, no respiratoria, que ataca el sistema vascular a nivel celular; lo que explicaría las miocarditis y trombos. Como parte de su estudio crearon un pseudovirus rodeado por la conocida corona de proteína spike del SARS-COV-2, pero que en realidad no contenía ningún virus. La exposición de estos pseudovirus en un modelo animal generó daño vascular en pulmones y arterias, y al replicar este proceso en laboratorio se comprobó lo anterior.

Independientemente de cuestiones éticas y morales, si la investigación del Dr. Izpisúa cristaliza sus objetivos, significaría que ningún ser humano más tendría que esperar por un trasplante de órganos. E independientemente de cuestiones políticas y económicas, el estudio del Dr. Shy podría llevar a crear tratamientos verdaderamente efectivos para el SARS-COV-2 y salvar miles de vidas. Las decisiones rondan en algún lugar entre la ciencia, la ética, la moral, la política y la economía.



Por: Marinieves García-Manzano

Twitter: MarinievesGM @gm_marinieves


Juan Carlos Izpisúa es uno de los científicos españoles más renombrados a nivel internacional, bioquímico y farmacólogo, ha dedicado su carrera a la lucha contra el envejecimiento. Forma parte del Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla, California, desde donde con su equipo ha llevado a cabo sendas investigaciones sobre la regeneración de tejidos.

Su más reciente y muy controvertida investigación tiene como objetivo crear “quimeras” de cerdo y persona a través de la manipulación de embriones que permitan generar órganos humanos en el ganado porcino. Para lograrlo, en 2019 Izpisúa dirigió un experimento en el Laboratorio de Investigación Biomédica con Primates de Yunnan, China, utilizando óvulos de mono que fueron fecundados con espermatozoides de la misma especie, a los cuales posteriormente se les añadieron células madre de humanos; las cuales tienen la capacidad de convertirse en cualquier tipo de célula. De los 132 embriones obtenidos, al día 19 únicamente sobrevivieron 3. La razón fundamental de hacerlo en China es que en la mayor parte de los países donde se encuentra regulada la investigación con embriones, se establece un límite de 14 días después de la fecundación para su destrucción. Ello ha llevado a abrir un debate sobre ampliar el tiempo límite para destruir los embriones.

El Instituto Salk es reconocido mundialmente por sus investigaciones científicas, como la publicada en abril por John Shy en colaboración con investigadores de diversas Universidades del mundo en la que afirman que el COVID-19 en realidad es una enfermedad vascular, no respiratoria, que ataca el sistema vascular a nivel celular; lo que explicaría las miocarditis y trombos. Como parte de su estudio crearon un pseudovirus rodeado por la conocida corona de proteína spike del SARS-COV-2, pero que en realidad no contenía ningún virus. La exposición de estos pseudovirus en un modelo animal generó daño vascular en pulmones y arterias, y al replicar este proceso en laboratorio se comprobó lo anterior.

Independientemente de cuestiones éticas y morales, si la investigación del Dr. Izpisúa cristaliza sus objetivos, significaría que ningún ser humano más tendría que esperar por un trasplante de órganos. E independientemente de cuestiones políticas y económicas, el estudio del Dr. Shy podría llevar a crear tratamientos verdaderamente efectivos para el SARS-COV-2 y salvar miles de vidas. Las decisiones rondan en algún lugar entre la ciencia, la ética, la moral, la política y la economía.