Dramático momento vivieron esta semana padres de familia de niños con cáncer al ser replegados por policías en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de México (AICM), cuando protestaban por la falta de medicamentos para sus hijos.
Ellos no fueron al Aeropuerto porque les guste protestar, causar problemas o enfrentarse con policías. Se trata de padres y madres desesperados que no encuentran quién los escuche ni otra alternativa para proteger y defender el derecho a la salud de sus hijos, aunque se les trate de desprestigiar y politizar mediáticamente.
Esta historia no podría ser más absurda si no fuera tan real y lastimosa. Los culpables no son los padres, no son los niños, ni son los médicos. Hay quién o quiénes no están haciendo su trabajo, o lo que hacen lo hacen mal y lo hacen mal por falta de conocimiento y preparación para el cargo que ocupan.
Las manifestaciones de padres de familia de niños con cáncer que iniciaron el año pasado, no solo persisten, sino que ahora se empiezan a viralizar y extender a otras instituciones del sector salud y a otras entidades del país, como es el caso del Estado de México, Oaxaca, Puebla, Chiapas y los que se sumen en esta semana.
Pese a que las autoridades se empeñen en decir que el abasto de tratamientos oncológicos está asegurado y milagrosamente aparezcan los fármacos, justo cuando los padres de familia se manifiestan y el problema alcanza otras connotaciones como ocurrió en el caso del Aeropuerto y La Raza en el IMSS, la realidad sigue imponiendo otros datos.
A diferencia de otros movimientos sociales, el de los padres de familia de niños con cáncer ha recibido muestras de solidaridad y respaldo por parte de la población en general, lo cual debería motivar una lectura más profunda, por parte de los tomadores de decisiones.
Cuando hablamos de lo absurdo de esta historia, no debemos dejar pasar que quienes prometieron la trasformación del país y, sin rubor o modestia, incluso la comparan con los cambios históricos que marcaron la Independencia de 1810, las Leyes de Reforma de 1858 o la Revolución Mexicana de 1910, se han convertido en lo que criticaron antes.
Y los hechos están a la vista, como es el caso del diputado de Morena, Mario Delgado que decidió atenderse en un hospital privado “de súper lujo” en el rumbo de Santa Fe en vez de acudir al ISSSTE como se prometió lo harían todos los funcionarios, servidores públicos y legisladores.