La Universidad Autónoma Metropolitana, la conocida UAM, es una de las instituciones de mayor prestigio en la educación pública superior, reconocimiento ganado a pulso y que además trabaja y educa con el mayor rigor científico. Por eso duele lo que le está sucediendo, y que el nuevo gobierno -autodenominado de la cuarta transformación- no esté volteando a ver. Veamos:
El pasado 1o. de febrero, a menos de dos semanas de haberse iniciado el primer trimestre del año, el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM) dio inicio a la huelga en las instalaciones de la institución demandando un aumento salarial y ajuste de tabulador de 20%, además de 400 plazas administrativas. Los delegados de las cinco unidades de la UAM: Xochimilco, Azcapotzalco, Iztapalapa, Cuajimalpa y Lerma, y de los Cendis, acordaron iniciar el paro de labores.
A causa del paro han sido perjudicados más de 50 mil alumnos de licenciatura y posgrado, y alrededor de 5 mil proyectos de investigación interrumpidos. Además, la liberación de 2 mil 400 becas también está detenida. De acuerdo con el secretario general de la UAM, las pérdidas económicas ascienden a más de 20 millones de pesos.
Las autoridades de la Universidad hasta el momento han aceptado 6.45% de incremento directo a sus salarios, además, de un ajuste de 4.28% al vale de despensas. Pero el paro continúa y no se ve para cuando pueda terminar.
Tras el paso ya de 64 días de huelga, las autoridades no llegan a ningún acuerdo, poniendo en evidencia la falta de voluntad, organización y compromiso; los alumnos ven perdido el trimestre, además de verse perjudicados en no poder postularse a oportunidades laborales y académicas, así como se encuentra detenido el proceso de titulación, junto a otras complicaciones más, como la retención del pago de becas y salida de alumnos de intercambio.
¿Le importará al actual gobierno apoyar a resolver el conflicto de la UAM? ¿quién podría beneficiarse con esta intransigencia? Saque sus conclusiones.