/ lunes 12 de abril de 2021

2021: otra disputa por la nación

Alejandro Lelo de Larrea


El próximo 6 de junio no sólo se juega en las urnas la elección más grande en la historia de México. También están en choque dos proyectos, uno conocido como el “nacionalista”, despectivamente llamado por sus adversarios como “populista”, y el otro, el “neoliberal”, despectivamente llamado “antinacionalista”, que sufrió una derrota aplastante en 2018.

Es la otra disputa por la nación, parafraseando el libro que hace 40 años escribieron Carlos Tello Macías y Rolando Cordera. (México: la disputa por la nación. Perspectivas y opciones del desarrollo. Siglo XXI Editores, 1981).

En 2018, cuando el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador (representante del modelo “Nacionalista) ganó las elecciones, el bloque de los “neoliberales” estuvo dividido. Hoy no. Es el momento cumbre de su unión, de su fortaleza para enfrentar al proyecto presidencial de la “Cuarta Transformación”. Por eso la alianza antes impensable entre el PAN, PRI y PRD.

Este año no sólo se disputan 15 gubernaturas y 30 Congresos Estatales. Está en juego la Cámara de Diputados. Si la oposición gana la mayoría, podrán frenar cualquier reforma Constitucional y también le impondrían el Presupuesto de Egresos al Gobierno de López Obrador, con lo que muchos de sus proyectos faraónicos y otros más quedarían en la incertidumbre.

López Obrador propone recuperar el rumbo de la nación. Argumenta, por ejemplo, que ya logró la separación entre el poder económico y el poder político. Rememora lo que hizo Benito Juárez: separar el poder político del poder de la Iglesia.

El presidente es el principal representante del modelo del Nacionalismo Revolucionario, del cual surgió el PRI para garantizar las conquistas de ese movimiento social y político, cuyo momento más emblemático fue la nacionalización de la industria petrolera por parte de Lázaro Cárdenas, en 1938.

Ello explica tanto ex priísta en Morena, sobre todo aquellos de la vieja guardia cuya ideología o por lo menos sus argumentos son el “nacionalismo”.

Dos ejemplos de que López Obrador tomó esa ruta “nacionalista”: prometió cancelar la reforma energética, y va en pasos agigantados hacia ello; y que el Estado sea rector de la economía y ya no el mercado, lo que ha venido consolidando. Lo malo es que también busca que el presidente, como antes, sea el ente superior del Estado, contrario a la democracia.

¿Quién ganará esta otra disputa por la nación? Lo veremos el 6 de junio.


Alejandro Lelo de Larrea


El próximo 6 de junio no sólo se juega en las urnas la elección más grande en la historia de México. También están en choque dos proyectos, uno conocido como el “nacionalista”, despectivamente llamado por sus adversarios como “populista”, y el otro, el “neoliberal”, despectivamente llamado “antinacionalista”, que sufrió una derrota aplastante en 2018.

Es la otra disputa por la nación, parafraseando el libro que hace 40 años escribieron Carlos Tello Macías y Rolando Cordera. (México: la disputa por la nación. Perspectivas y opciones del desarrollo. Siglo XXI Editores, 1981).

En 2018, cuando el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador (representante del modelo “Nacionalista) ganó las elecciones, el bloque de los “neoliberales” estuvo dividido. Hoy no. Es el momento cumbre de su unión, de su fortaleza para enfrentar al proyecto presidencial de la “Cuarta Transformación”. Por eso la alianza antes impensable entre el PAN, PRI y PRD.

Este año no sólo se disputan 15 gubernaturas y 30 Congresos Estatales. Está en juego la Cámara de Diputados. Si la oposición gana la mayoría, podrán frenar cualquier reforma Constitucional y también le impondrían el Presupuesto de Egresos al Gobierno de López Obrador, con lo que muchos de sus proyectos faraónicos y otros más quedarían en la incertidumbre.

López Obrador propone recuperar el rumbo de la nación. Argumenta, por ejemplo, que ya logró la separación entre el poder económico y el poder político. Rememora lo que hizo Benito Juárez: separar el poder político del poder de la Iglesia.

El presidente es el principal representante del modelo del Nacionalismo Revolucionario, del cual surgió el PRI para garantizar las conquistas de ese movimiento social y político, cuyo momento más emblemático fue la nacionalización de la industria petrolera por parte de Lázaro Cárdenas, en 1938.

Ello explica tanto ex priísta en Morena, sobre todo aquellos de la vieja guardia cuya ideología o por lo menos sus argumentos son el “nacionalismo”.

Dos ejemplos de que López Obrador tomó esa ruta “nacionalista”: prometió cancelar la reforma energética, y va en pasos agigantados hacia ello; y que el Estado sea rector de la economía y ya no el mercado, lo que ha venido consolidando. Lo malo es que también busca que el presidente, como antes, sea el ente superior del Estado, contrario a la democracia.

¿Quién ganará esta otra disputa por la nación? Lo veremos el 6 de junio.